domingo, 17 de septiembre de 2017

Su compromiso con la Justicia, libertad e independencia


Hermosillo, Sonora a 17 de septiembre de 2017.

Los mexicanos celebramos en septiembre nuestra epopeya independentista.

El inicio de la lucha por la emancipación de la corona española y la conclusión de algo más de 11 años de cruenta lucha.

El sacrificio de mujeres y hombres por alcanzar condiciones de vida diferentes, libres del yugo español, por lograr una vida con dignidad y prosperidad para todos los mexicanos.


Miguel Hidalgo y Costilla. Óleo sobre tela, por José Ignacio Tovilla. 1912
 
 
El simbólico grito de Dolores, el 16 de septiembre de 1810, es el justo reclamo por el deterioro de las condiciones de vida de la población en todas las regiones del país.

Fue la convocatoria del cura Miguel Hidalgo y Costilla (Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor) para tomar las armas contra las condiciones políticas, económicas y sociales impuestas por la corona española en los territorios de la Nueva España.

Así lo denunció al intendente Juan Antonio Riaño cinco días después de aquella recordada fecha: «… deseamos ser independientes de España y gobernarnos por nosotros mismos. La dependencia de la Península por 300 años, ha sido la situación más humillante y vergonzosa, en que ha abusado del caudal de los mexicanos, con la mayor injusticia…»


Ignacio Allende. Óleo sobre tela, por José Ignacio Tovilla. 1912

Don Luis de la Rosa y Oteiza liberal mexicano y fundador de la Ciencia de la Administración Pública en nuestro país imputaría más tarde a la administración colonial la trágica situación del país y de su población: «…la mayor parte del país estaba inculto y despoblado; comarcas inmensas de las provincias fronterizas no tenían más habitantes que los salvajes y las fieras. En lo interior del país, el pueblo, la muchedumbre que constituye la verdadera esencia de la sociedad, estaba desnuda, indigente, horriblemente trabajada y abatida, hambrienta, en fin y llena de lacerías. Las hambres venían con frecuencia y hacían estragos espantosos en la población; un gobierno obstinado en sus errores, torpe y negligente en su administración, no podía preverlas, ni evitarlas, ni reparar sus consecuencias. A las hambres seguían los tumultos que se reprimían con el terror de la muerte; a las convulsiones de un pueblo hambriento, exasperado, seguían las epidemias que se cebaban en él horrorosamente.»


José María Morelos y Pavón. Pintura al Óleo realizado por pintor Mixteco Anónimo. 1811

Miguel Hidalgo y José María Morelos, Aldama y Allende, Primo Verdad y Talamantes, Josefa Ortiz y Leona Vicario, Abasolo y Jiménez, López Rayón y Liceaga, el amo Torres y González Hermosillo, Matamoros, los Bravo y los Galeana, Mina y Moreno, Mier y Terán y Ramos Arizpe, Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero, Quintana Roo y Gómez Farías, y muchos otros más, son los forjadores de nuestra nación.

Insurgentes, hombres y mujeres comprometidos con el cambio del orden de cosas prevaleciente durante tres siglos.

Son quienes nos dieron patria y libertad.

Hombres cuyos idearios y valores siguen a nuestro lado, indicándonos el camino a seguir en el bregar cotidiano.

Mariano Matamoros. Óleo sobre tela, por José Obregón. 1867

Hidalgo nos sigue convocando contra la opresión, contra la injusticia contra la ilicitud y las torpezas del gobierno, contra el despotismo y la opresión.

Morelos nos inspira para preservar nuestra libertad e independencia; para sostener el principio de que la soberanía dimana del pueblo; que nuestro gobierno razonablemente se ha de organizar en tres poderes comprometidos con el bien del mismo pueblo; que el gobierno de los hombres ha de sustentarse en la vigencia de la buena ley, aquella que modera la opulencia y la indigencia, que mejora nuestras costumbres, que nos aleja de la ignorancia, la rapiña y el hurto. Una ley justa, imparcial, que aplica a todos sin excepción o privilegios, aquella que nos hace a todos iguales, con los mismos derechos, oportunidades y responsabilidades.


Vicente Guerrero. Óleo sobre tela, por Ramón Saagredo. 1865

Tras la reconciliación de Acatempan, en Teloloapan Guerrero el 10 de febrero de 1821, entre los criollos de las fuerzas virreinales dirigidas por Agustín de Iturbide y el ejército insurgente bajo el mando de Don Vicente Guerrero, con el abrazo de ambos líderes militares se abrió la brecha franca para que, el 24 de agosto de 1821 se firmaran los Tratados de Córdoba reconociéndose la independencia de México.

El 27 de septiembre de 1821 con la marcha triunfal del Ejército Trigarante, de manera emblemática se dio por concluida la lucha por la independencia de México, una lucha que se había extendido por 11 años y 11 días y la cual costó cerca de medio millón de vidas.

Septiembre es el mes patrio. Es el mes en que celebramos nuestra independencia. Es el mes en que honramos a nuestros próceres libertarios. Sin embargo, nuestra condición de país libre y soberano debe ser componente esencial de la manera en que nos definimos como mexicanos.

Más allá de muros y agresiones xenofóbicas, más allá de ambiciones y desigualdades, más allá de los excesos de quienes nos gobiernan, el ejemplo de los insurgentes mexicanos nos debe seguir inspirando y guiando.

Dejemos que sigan con nosotros; no deben ser prisioneros de su tiempo, sino compañeros permanentes en la construcción de un mejor país para todos.

Arturo Ordaz Alvarez. Discurso pronunciado para celebrar la independencia del país, durante la ceremonia de honores a la bandera nacional en la Universidad de Sonora.

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