martes, 7 de enero de 2020

Neoliberalismo y desarrollo

 
Hermosillo Sonora a 7 de enero de 2020.
 
Extracto del trabajo Administración pública y desarrollo integral, publicado como capítulo del libro: Gobierno y gestión pública para el desarrollo regional, coordinado por Miguel Ángel Barrera y Eleazar Santiago Galván. Chetumal: Plumas Negras Editorial. 2019. ISBN 13-9781711254654. pp. 49-70.
 

Haciendo un recuento de las aportaciones sobre la Economía del Desarrollo, de acuerdo con Zapata Callejas y Chávez Pinzón (2018), se pueden identificar dos primeras generaciones de economistas cuyos trabajos se inspiran de manera determinante en las ideas ortodoxas de la teoría económica, y que van, la primera, desde el origen de los trabajos sobre el desarrollo en la década de 1950 hasta mediados de los setenta, y la segunda desde mediados de la década de 1970 hasta nuestros días. Los estudios desde una perspectiva heterodoxa empezaron a conocerse en este segundo período, incrementando su presencia a finales de siglo. Resumiendo, los autores proponen que en:

«… algunos postulados de la primera generación de economistas del de­sarrollo, estos buscaron realizar modelos es­tratégicos de desarrollo económico con el fin de mejorar las dinámicas estructurales de los países menos desarrollados; asimismo, fomen­taron metodologías como la de la planeación o la programación del desarrollo en tales esce­narios. Por lo mismo, en esta generación no se proponía necesariamente un Estado mínimo, sino que éste, al igual que otros elementos como la industrialización y el comercio internacional, tenían cierta relevan­cia para mejorar las dinámicas del mercado, el ingreso de los ciudadanos y, en general, buscar la mejora de las condiciones de vida de las per­sonas tercermundistas.» (Zapata Callejas y Chávez Pinzón, 2018: 168)
 
La idea del Estado mínimo vino a argumentarse durante la crisis mundial que estalló a mediados de la década de los setenta, momento en que se evidencia el desgaste del modelo de desarrollo Keynesiano y del Estado del Bienestar sustentado en una fuerte y amplia intervención estatal en la economía. El escenario económico se presenta entonces caracterizado por la combinación de inflación con desempleo, además del estancamiento de las economías y la agudización de las tensiones económicas internacionales debidas al alza incontrolable del precio de los energéticos y el mal manejo de la deuda externa de los Estados nacionales. Para atender esta compleja situación y dar salida a la crisis, se asumieron las prescripciones de la Escuela de Chicago, haciendo eco a las medidas implementadas a principios de los ochenta por el gobierno de Margaret Thatcher en Gran Bretaña y en Estados Unidos con la administración Reagan. Así:

«Con el resurgimiento de los principios del laissez faire se cuestionó fuertemente el tamaño y las funciones del Estado, recuperando para el Mercado su rol principal en la asignación de recursos. Este Proyecto Neoliberal se tradujo en amplios y drásticos procesos de privatización de empresas y servicios gubernamentales, en la descentralización de organismos y procesos administrativos y operativos del Estado, la simplificación y desregulación de mecanismos para facilitar la inversión y hacer más competitivos a los capitales y mercados, y una progresiva integración a la economía internacional mediante la configuración de bloques económicos regionales y el aprovechamiento de los avances científicos y tecnológicos en un contexto de globalización cada vez más complejo y cambiante.» (Ordaz Alvarez, 2016: 1185)
 
 
 Monumento a la Bandera. Chetumal, Quintana Roo. AOA 
 
En el plano de la Economía del Desarrollo, los postulados neoliberales se opusieron a muchas de las ideas del estructuralismo ortodoxo. En su diagnóstico consideraron que «…el lento progreso de los países en desarrollo ha sido generado principalmente por la excesiva intervención económica de sus propios gobiernos. [Asumieron que] Los costos de esta intervención han sido típicamente mucho mayores que sus beneficios en términos de la producción y la distribución.» (Colclough, 1994: 19) De allí que el centro de su atención fue recuperar soluciones liberales para la operación del mercado, en los términos propuestos originalmente por Smith, y, por otro lado, limitar la participación del Estado en la economía. Se defendió el supuesto de que la eficiente acción de las fuerzas del mercado en el corto plazo tendría consecuencias para el crecimiento económico en el mediano y largo plazo.
 
Durante la década de los ochenta se instrumentaron y aplicaron las prescripciones de la propuesta reformista, la cual planteó como estrategias principales la implementación de procesos de privatización en el sector paraestatal de la administración pública, la descentralización administrativa, la desregulación para mejorar las instituciones normativas y propiciar la competitividad en el contexto internacional, así también, se fomentó el saneamiento de las finanzas públicas, buscando que la labor gubernamental se diera en términos de un realismo económico centrado en la competencia mercantil, el ajuste macroeconómico y la reducción de la deuda pública.
 
 
Palacio de Gobierno del Estado de Quintana Roo. AOA
 
A fines de esa década, en 1989, promovido por el Banco Mundial y el gobierno de Estados Unidos se institucionaliza el Consenso de Washington, con el propósito de impulsar el programa de reformas neoliberales y orientar a los gobiernos de la región en materia de desarrollo económico. Este programa macroeconómico se estructuró en diez puntos centrales (Casilda, 2005: 5-7):

·         Disciplina presupuestaria, para resolver los problemas de déficit presupuestario y deuda externa, así como un requisito para recibir préstamos por el Fondo Monetario y el Banco Mundial.
·         Reorientar el gasto público, mediante la eliminación de subsidios y canalizándolo a las áreas sociales de sanidad, educación e infraestructura.
·         Impulsar una reforma fiscal, centrada en la instauración de una base impositiva íntegra y amplia, teniendo como referente principal la recaudación del impuesto a la renta.
·         Someter el tipo de interés a las condiciones del mercado, buscando que fuesen moderadamente positivos para evitar la evasión de capital, promover el ahorro interno y fomentar la inversión.
·         Se propuso que el tipo de cambio fuese determinado por el mercado, constituyéndose como un tipo de cambio real y competitivo.
·         Con relación al sector exterior, se planteó la Liberalización comercial, buscando fortalecer el mercado internacional globalizado.
·         Promover una política de apertura para la inversión extranjera directa, buscando liberalizar los flujos financieros y la movilidad de tecnología y experiencias entre países.
·         Consecuente con las medidas de austeridad y reforma de los años previos, se propuso impulsar una política de privatizaciones, teniendo como argumento respaldar el saneamiento de las finanzas públicas.
·         Promover una política desreguladora con el propósito de fomentar la competencia en la región; y
·         Establecer y garantizar los derechos de propiedad, fundamentales en la lógica del sistema capitalista.

En el ámbito de la administración pública diversos teóricos consideraron pertinente revisar los fundamentos y operación de la acción del gobierno. Resultado de ello, desde la década de los noventa, y en adelante, se dio impulso a un segundo momento de reformas neoliberales, ahora bajo la idea de una nueva administración o gestión pública, con la que se impulsó la aplicación de estrategias de negocios privados, prestando atención en los aspectos culturales y comportamentales de los servidores públicos mediante pautas de la filosofía empresarial. Con el mejoramiento gerencial del gobierno se consideró mejorar los resultados de su gestión frente a la sociedad.
 
Sin embargo, en la práctica, estas medidas arrojaron resultados muy pobres. Según Stiglitz, el Consenso de Washington se centró en asuntos económicos y no puso atención a temas tan relevantes como la pobreza. Para este autor, resulta «…necesario sustituir ese enfoque restringido que se preocupa únicamente de combatir la inflación, por un criterio más amplio que apunte a fomentar el crecimiento y generar empleos…» (Stiglitz, 2003: 33) y agrega la necesidad de atender la equidad y la lucha contra la pobreza con programas educativos y de salud, combatir el uso de estupefacientes, consumir una dieta balanceada, llevar a cabo reformas sociales y en particular rurales para reorientar la economía de estos sectores, entre otras acciones.
 
 
Raíces. AOA
 

Referencias
 
Casilda, Ramón. 2005. América Latina: Del Consenso de Washington a la Agenda del Desarrollo de Barcelona. Documento de Trabajo (DT) 10/2005. Madrid: Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos.

Colclough, Christopher 1994. “Estructuralismo y Neoliberalismo: Una Introducción”. En Christopher Colclough y James Manor (Compiladores). ¿Estados o mercados? El neoliberalismo y el debate sobre las políticas del desarrollo. Sección Economía Contemporánea. Pp. 11-44. México: Fondo de Cultura Económica.

Ordaz Alvarez, Arturo. 2016. “El estudio de la Administración Pública en el umbral del siglo XXI”. En Rubén Ibarra Reyes, Eramis Bueno Sánchez, Rubén Ibarra Escobedo y José Luis Hernández Suárez (Coordinadores). Trascender el neoliberalismo y salvar a la humanidad. Pp. 1181-1193. México: Signo Imagen y Universidad Autónoma de Zacatecas Francisco García Salinas.

Stiglitz, Joseph E. 2003. “El rumbo de las reformas. Hacia una nueva agenda para América Latina”. Revista de la CEPAL, Agosto, 2003. Pp. 7-40.  Santiago de Chile: Naciones Unidas.

Zapata Callejas, John Sebastián y Manuel Camilo Chávez Pinzón. 2018. “Las corrientes ortodoxa y heterodoxa del desarrollo: algunas nociones conceptuales”. En Revista Ópera, No. 22, Enero-Junio 2018. Pp. 163-183. Bogotá: Universidad Externado de Colombia.