sábado, 15 de mayo de 2021

Responsabilidad social universitaria y los Objetivos de Desarrollo Sostenible


Presa Abelardo L. Rodríguez. Hermosillo Sonora. AOA

Hermosillo, Sonora a 15 de mayo de 2021.

Fragmento del artículo La responsabilidad social universitaria y los objetivos del desarrollo sostenible. Publicado en la Revista Gestión y Estrategia No. 58, Espacio, organización y procesos de gestión social y evaluación pública, Julio-Diciembre de 2020, ISSN 1606-8459. Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, Pp. 43-54.

Con el advenimiento del siglo XXI diversas organizaciones, públicas, sociales y privadas se han comprometido socialmente con los principios de un desarrollo humano y sustentable.  En este sentido, las instituciones de educación superior han puesto atención a su papel como universidades socialmente responsables.

En el ámbito empresarial, se ha dado énfasis a la responsabilidad social corporativa (RSC), cuidando que tanto los sistemas internos como externos de las empresas atiendan las necesidades organizacionales y de su personal, así como su desarrollo empresarial en los mercados sin descuidar los intereses sociales y la preservación del medio ambiente. De esta manera, la Comisión de las Comunidades Europeas (2001) ha considerado trascender los formulismos normativos de la RSC, asumiendo compromisos y llevando a cabo acciones para impulsar un verdadero desarrollo del capital humano y social, de la empresa y de su entorno ambiental.

Con el propósito de impulsar mejores prácticas empresariales, el concepto de la RSC se definió como un compromiso voluntario y dirigido a ciertos propósitos de interés general. Considerando que se trata de un ejercicio sistémico, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), puntualizó que la RSC es «…la manera en que las empresas toman en consideración las repercusiones que tienen sus actividades sobre la sociedad y en la que afirman los principios y valores por los que se rigen, tanto en sus propios métodos y proceso internos como en su relación con los demás actores.» (OIT, 2010: 1). Se concibe como una responsabilidad cívica y voluntaria de las empresas y un compromiso con el desarrollo.

En el mismo sentido, el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, organización sin fines de lucro, ha considerado que la RSC genera efectos positivos para las empresas, para sus trabajadores y para la sociedad en general. La RSC implica, según el Observatorio, «…el cumplimiento obligatorio de la legislación nacional e internacional en el ámbito social, laboral, medioambiental y de Derechos Humanos, así como cualquier otra acción voluntaria que la empresa quiera emprender para mejorar la calidad de vida de sus empleados, las comunidades en las que opera y de la sociedad en su conjunto.» (Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, 2014: 5)

Estas ideas han cosechado frutos en el ámbito educativo. Se ha planteado que, al igual que en el mundo empresarial, también es posible promover esta orientación social en las instituciones de educación superior, tomando en cuenta el profundo sentido social que tiene la labor educativa. Se considera que la responsabilidad social de las universidades implica «un sólido compromiso ético hacia el desarrollo humano sostenible…» (Vallaeys, 2018: 54), el cual debe ser acompañado de una perspectiva deliberada de inclusión, de solidaridad y responsabilidad, de transparencia y autorreflexión.

La Responsabilidad Social Universitaria (RSU) comprende, también, un compromiso social y la definición de una estrategia deliberada hacia el cumplimiento de los propósitos del desarrollo humano y sostenible. Considera una visión integral en la que se internalizan las externalidades, prestando atención tanto a los sistemas internos de la organización educativa como a los sistemas del entorno y los efectos, en ambos sentidos, que resultan de la dinámica entre ambos sistemas. En esta concepción, se perciben desde el entorno local hasta el internacional, los ámbitos municipal, estatal y federal hasta el supranacional, las diversas dimensiones de la vida social y natural, las disposiciones internas de la institución educativa, como las de los organismos gubernamentales que coordinan la labor educativa, incluyen, por supuesto, las aspiraciones consignadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda de Desarrollo 2030. (Ver Figura 1)


Es necesario tomar en cuenta que los valores, principios y funciones sustantivas que dan sentido a la universidad son determinantes en la definición e implementación de las acciones en materia de RSU. La gestión interna, tanto académica como administrativa de la universidad, permite la operación de planes, programas y proyectos que justifican su razón de ser. Ante la sociedad, estas mismas acciones son las que dan legitimidad a su responsabilidad social.

Por tal razón, es conveniente el fortalecimiento de la vida institucional de las universidades. El diseño e implementación de un pertinente marco normativo, de un funcional marco programático, de la eficiente disposición organizacional y funcional de la universidad, así como la congruencia y alineación de la identidad institucional y sus valores, con la misión de la universidad, con sus funciones y con la estrategia misma de RSU, constituyen condiciones ineludibles para la consecución de los propósitos universitarios, para el cumplimiento de su RSU, así como para el logro de los objetivos del desarrollo.

Se ha señalado que en el contexto de América Latina el tema de la RSU se vuelve primordial en la discusión y el análisis de los desafíos del desarrollo en la región. Isabel Licha argumenta que las universidades tienen un papel crítico en los asuntos relativos al desarrollo, y señala que «…están llamadas a jugar en la implementación de la Agenda 2030 y el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en la región y en cada país.» (Licha, 2017: 152) En esta perspectiva, son consideradas actores clave para el diseño e implementación de proyectos y programas de impacto en materia de sostenibilidad económica, social y ambiental, en la búsqueda de un desarrollo integral, justo e inclusivo.

En el caso de México, este papel estratégico de las universidades ha sido reconocido por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, al incorporar la RSU como principio rector y transversal de las funciones universitarias, difundiéndolo y promocionándolo como un componente que no sólo es útil en términos de las tareas que tienen estos organismos, sino que también contribuye a la concreción de los propósitos de un desarrollo integral, inclusivo y sostenible. El organismo reconoce que «…la responsabilidad social no es algo espontáneo, es una forma de actuar intencionada. Una institución de educación superior es socialmente responsable cuando ajusta sus actividades con el propósito de mejorar y adecuar sus resultados a los requerimientos y demandas de su entorno.» (ANUIES, 2018: 80)

Desde el año 2000 son diversos los esfuerzos emprendidos para el logro, primero de los Objetivos del Milenio y, posteriormente de los ODS. La presencia de las universidades, de manera individual como colaborativamente, ha sido relevante en materia educativa, de investigación, gobernanza institucional y liderazgo social.

El lugar privilegiado que tienen las universidades en la sociedad lo ha reconocido La Red australiana Sustainable Development Solutions Network (SDSN), considerando que, en relación con los ODS, las universidades han generado evidencias con su contribución al conocimiento, y con soluciones e ideas innovadoras en favor de los ODS; además, de su participación en la formación de los profesionales que son y serán los responsables de implementar los programas dirigidos a los ODS; también, constituyen el modelo a seguir en cuanto apoyo, adopción e implementación de los ODS al interior de la universidad y en su contexto; y sirven para desarrollar liderazgos intersectoriales para coordinar y dirigir esfuerzos para alcanzar los ODS (SDSN, 2018: 8).

Sin embargo, la Agenda 2030 de los ODS sigue planteando grandes desafíos. Estos retos se han agravado con la epidemia global provocada por el virus COVID-19. La crisis sanitaria ha afectado a millones de personas; las defunciones se han multiplicado por cientos de miles de casos en todos los continentes. Para atender la crisis sanitaria, se aplicaron medidas de confinamiento sanitario, lo que se tradujo en una crisis económica profunda, cuyas consecuencias sociales plantean el deterioro del empleo, el incremento de la pobreza y de la desigualdad.

Durante el primer cuatrimestre de 2020, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (2020a) presentó su Informe Especial COVID-19 en el que se analizan los efectos económicos para América Latina derivados de la pandemia. Las estimaciones de la institución, apuntaron que el PIB de la región caerá en un 5.3% en 2020, mientras que el descenso de la actividad económica para México se estimó en -6.5% del PIB. Sin embargo, tres meses después, en el Informe del 15 de julio de 2020 (2020b), se ajustaron estas proyecciones, estimándose que el PIB regional tendrá un descenso del 9.1%, mientras que para México se espera una tasa del -9.0% (Ver Tabla 1).


Sin lugar a dudas, los más afectados por esta contingencia serán los amplios segmentos de la población mundial que viven en situación de pobreza y extrema pobreza. El organismo estima que la tasa de pobreza pasará de 30.2% a 37.3% en 2020, lo que significa un incremento de 45 millones de personas en condición de pobreza, pasando de 186 a 231 millones de pobres, y de 28 millones en pobreza extrema, considerando que el crecimiento de este rubro pasará del 11.0% al 15.5%.

El impacto y prolongación de la pandemia dibuja un panorama crítico para los siguientes años. Las expectativas de mejora como resultado de las acciones de la Agenda 2030 se han puesto en duda. Más que nunca, es imprescindible la cooperación de gobiernos, organismos sociales y productivos e instituciones educativas para atender los retos del desarrollo sostenible en un mundo post COVID-19.

Las universidades, continúan siendo un actor clave en el diseño, implementación y evaluación del desarrollo económico, social y ambiental. Su presencia activa y decisiva durante la pandemia ha sido significativa. En el corto y mediano plazo la presencia universitaria resulta fundamental, tanto para definir estrategias para atender la crisis sanitaria, económica y social, como para seguir respondiendo a los retos y aspiraciones de un mundo mejor propuestos por la Agenda 2030.

El desarrollo, como proceso social, ha evolucionado en su definición desde la década de los cincuenta del siglo pasado, pasando de una visión centrada en el desempeño económico a su concepción como un fenómeno de interés social, que atañe a toda la humanidad. El desarrollo con rostro humano se plantea como una perspectiva ética e integral orientada a responder a los grandes problemas que enfrenta la humanidad y preocupada por el desarrollo y bienestar de la gente.

La colaboración mundial acordada en 2000 para impulsar los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio y, luego, en 2015 con la Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, han refrendado, por un lado, la comprensión de un desarrollo centrado en la gente y su entorno ambiental, y, por el otro, en la convicción de que el esfuerzo colaborativo a nivel global es el camino por el cual se puede transitar para encontrar respuestas a los problemas globales y construir una sociedad más justa, inclusiva y comprometida con un medio ambiente sustentable.

El compromiso social de las universidades las define como figuras clave en el impulso de acciones a favor del desarrollo local, nacional y global. A su labor educativa, de investigación y divulgación del conocimiento se suma hoy el compromiso de convocar y orientar los esfuerzos que en compañía de los diferentes grupos de la sociedad se pueden implementar para el logro de los ODS y de mejores condiciones de vida de toda la sociedad, particularmente de aquellos grupos considerados como vulnerables.

La presencia de la epidemia por COVID-19 ha venido a trastocar la vida de la humanidad. Los efectos que ha tenido en los diferentes ámbitos de la sociedad ha agudizado los desafíos que originalmente se habían previsto en materia de desarrollo humano y ambiental. En este sentido, cobra relevancia impulsar soluciones pautadas por el acuerdo, la colaboración y la suma de esfuerzos encaminados a propósitos comunes. Los ODS siguen siendo el referente, las alianzas y esfuerzos coordinados mundialmente son los mecanismos principales de esta estrategia. Sin duda, las universidades y las funciones sustantivas que llevan a cabo las acreditan como agentes cuya acción es un multiplicador de los empeños por construir un mejor mundo.


Fuentes

 

Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior. ANUIES (2018), Visión y acción 2030. Propuesta de la ANUIES para renovar la educación superior en México. Diseño y concertación de políticas públicas para impulsar el cambio institucional. México: Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior. ANUIES.

Comisión de las Comunidades Europeas (2001), Libro Verde. Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas. Bruselas: Unión Europea.

Comisión Económica para América Latina y el Caribe. CEPAL (2020a), Dimensionar los efectos del COVID-19 para pensar en la reactivación. Informe Especial COVID-19 No. 2. Santiago: Naciones Unidas. CEPAL.

Comisión Económica para América Latina y el Caribe. CEPAL (2020b), Enfrentar los efectos cada vez mayores del COVID-19 para una reactivación con igualdad: nuevas proyecciones. Santiago: Naciones Unidas. CEPAL.

Licha, Isabel (2017), “Responsabilidad social de las universidades latinoamericanas y objetivos de desarrollo sostenible: oportunidades de desafíos”. En Educación Superior y Sociedad (ESS), Nueva etapa. Colección 25º Aniversario. Vol. 29. Caracas: Instituto Internacional de Unesco para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC).

Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa (2014), Introducción a la Responsabilidad Social Corporativa. Madrid: Observatorio de RSC

Organización Internacional del Trabajo. OIT (2010), La OIT y la responsabilidad social de la empresa (RSE). Helpdesk de la OIT No. 1. Ginebra: Programa de Empresas Multinacionales. Oficina Internacional del Trabajo.

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2010), Informe sobre Desarrollo Humano 2010. Edición del Vigésimo Aniversario. La verdadera riqueza de las naciones: Caminos al desarrollo humano. New York: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

SDSN Australia/Pacific (2018), Cómo empezar con los ODS en las universidades. Una guía para las universidades, los centros de educación superior y el sector académico. Melbourne: Sustainable Development Solutions Network (SDSN) Australia / Pacífico. ACTS (Australian Campuses Towards Sustainability) y la Secretaría Global de SDSN. Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS / SDSN-Spain).

Vallaeys, François (2018), “Las diez falacias de la Responsabilidad Social Universitaria”. En Revista Digital de Investigación en Docencia Universitaria, enero-junio, vol. 12, No. 1. Lima: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.