viernes, 26 de junio de 2020

La Universidad de Sonora y el estudio de las Artes Plásticas. La Licenciatura en Artes Plásticas


Edificio de la sede actual de la Licenciatura en Artes Plásticas de la Universidad de Sonora. AOA.

Hermosillo Sonora a 26 de junio de 2020.


Fragmento del segundo capítulo del libro Escultura sonorense. Aportaciones de la Licenciatura en Artes Plásticas de la Universidad de Sonora. Colección “La Mirada del Búho” No. 6. Departamento de Desarrollo y Producción Editorial de la Universidad de Sonora. Universidad de Sonora, México, 2020. ISBN de la Colección 978-607-518-130-1; ISBN: 978-607-518-364-0. Pp. 35-42. 

Formación profesional en Artes Plásticas en la Universidad de Sonora



En noviembre de 1991 se promulgó la Ley 4 Orgánica de la Universidad de Sonora. Mediante este referente institucional la Universidad se reorganizó académica y administrativamente, asumiendo el modelo divisional-departamental. En el Artículo 5 de los Transitorios de la Ley se presentó la conformación de las unidades regionales de la Universidad, creándose en la Unidad Regional Centro, con sede en Hermosillo, la División de Humanidades y Bellas Artes, en donde quedó integrado el Departamento de Bellas Artes.

            Años atrás había surgido el reclamo laboral de nivelar salarialmente al personal docente de las áreas de Bellas Artes y Deportes. Con la Ley 4 se creó el Departamento de Bellas Artes y con esto surgió la necesidad de estructurarlo académicamente con el diseño curricular de los programas académicos que lo conformarían.

            Paralelamente se iniciaron los procesos de nivelación profesional de los profesores de las antiguas academias, lo que les permitiría cumplir con el requisito establecido en el Estatuto de Personal Académico de contar con una preparación profesional, y el de diseño curricular de los programas académicos, que por su parte sentaría las bases para su adscripción laboral.

            Nombrada como Jefa del Departamento de Bellas Artes, de acuerdo con lo señalado en la nueva Ley, la Maestra María Rita Plancarte Martínez se dio a la tarea de buscar entre las universidades del país que ofrecían la Licenciatura en Artes una con la cual se pudiera realizar un convenio para realizar estudios semipresenciales y, posteriormente, obtener el grado de licenciatura. Fue con la Universidad Autónoma del Estado de Chihuahua con la que se acordó un programa de nivelación de profesores; para acceder al mismo, algunos de ellos, como Ciro Sotelo, Enrique Rodríguez y Gustavo Ozuna, reconocidos artistas y docentes, tuvieron que cursar los estudios de preparatoria abierta.

            De 1994 a 1997 se dio este proceso para acreditarse con el título de Licenciado en Arte. Los primeros en titularse fueron los maestros Rosa Angélica Santana Corrales, Alfredo Velarde, Ciro Sotelo Cruz y Enrique Rodríguez Zazueta. Por parte de la universidad chihuahuense este proyecto tuvo gran apoyo del entonces director del Instituto de Bellas Artes de esa institución, el Maestro Manuel Talavera Trejo, fallecido en 2017 y quien es considerado el padre del teatro en esa entidad.

            En la fundamentación del nuevo plan de estudios se reconoció la importancia de vincular a los artistas con los docentes, investigadores e intelectuales en una comunidad orientada a la búsqueda del conocimiento, la verdad, la justicia y la razón, y reconocía la especificidad del Arte como forma específica de conocimiento disciplinario.

            Este plan de estudios formulado durante el año 1997, y aprobado al año siguiente, orientó la formación de los estudiantes de Artes Plásticas como ejecutantes de su especialidad (pintor, grabador o escultor), los cuales habrían de contar con «los conocimientos y habilidades necesarios para realizar actividades artísticas a nivel profesional, con capacidades para aplicar teorías y técnicas relevantes a su práctica específica.» (Plan de Estudios LAP, 2008: 7)

            El Plan de estudios de la Licenciatura en Artes, Opción Artes Plásticas, se integró en diez semestres, contando, a partir del quinto semestre con áreas de concentración en Pintura, Escultura y Grabado. Con un total de 441 créditos, incorporaba 65 materias impartidas en un total de 107 horas de teoría y 227 horas de práctica.



Buscando certificar la calidad del programa educativo, por recomendación del Comité Interinstitucional para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES), en el proceso de reforma curricular del año 2008 se reorientó la formación profesional como Ejecutante Artístico hacia la de Creador Artístico. Se consideró que ésta es una definición más adecuada a la manera en que se le ve socialmente, cuestionando que la formación del Ejecutante «…se refleja en los talleres, que se reducen al entrenamiento técnico y no abordan los problemas de la expresión como impulso para la creación… [mientras que] El creador se reconoce por su obra y, en este sentido, es reconocido creador, lo que redunda en autoafirmación y capacidad creativa.» (Plan de Estudios LAP, 2008: 10)

Sin embargo, como se desprende de los objetivos generales de este proyecto curricular, la orientación de la formación profesional del estudiante no quedó plenamente diferenciada, pues, si bien en el primer objetivo se propuso la formación de profesionales de las artes plásticas «Capaces de desempeñarse en las funciones de creación, enseñanza, capaces de contribuir a la formación de artistas plásticos y el conocimiento artístico», en el segundo objetivo se insistió en el desarrollo del oficio al plantear que esta formación permitiría al estudiante contar «Con el dominio de las herramientas suficientes para poder trasmitir de manera adecuada sus conocimientos artísticos.» (Plan de Estudios LAP, 2008: 18)

            Sin ahondar más en el sentido del perfil como creador, resulta interesante la manera en que se plantea, al momento de exponer los objetivos específicos del programa, el interés por «Habilitar al estudiante con herramientas teóricas, metodológicas y procedimentales para su desempeño en el campo de las artes plásticas», y también «para su desempeño en el ejercicio de la enseñanza de las artes plásticas.» (Plan de Estudios LAP, 2008: 18)

            Otro elemento significativo es la manera en que se piensa al estudiante como futuro actor de proyectos de gestión e investigación en las artes plásticas e, incluso, con posibilidades de incursionar en estudios de posgrado; para esto, se propone fomentar en los estudiantes «…actitudes que lo lleven a ejercer la profesión de manera responsable, reflexiva, tolerante y bajo un estricto apego ético.» (Plan de Estudios LAP, 2008: 18)

            A partir de estos propósitos, se propone que la formación profesional del estudiante de la Licenciatura en Artes Plásticas se encauce de manera integral, respondiendo a las tres actividades sustantivas universitarias, la docencia, la investigación y la divulgación.

            El nuevo plan de la carrera de Artes Plásticas se configuró bajo las prescripciones del llamado Nuevo Modelo Educativo de la Universidad de Sonora, el cual se había formalizado en octubre de 2002 por el Colegio Académico de la Universidad, con la pretensión de desarrollar las características de una formación básica sólida, la flexibilidad de los planes de estudio, el compromiso con la realidad social del país, vinculación directa a los sectores productivo y social, centrados en el autoaprendizaje del estudiante como nuevo paradigma educativo basado en la educación permanente, y con un amplio compromiso con el estudiante. 




De esta manera, de acuerdo con este modelo, el Plan de Estudios de la Licenciatura en Artes Plásticas quedó estructurado en cinco ejes formativos: de formación común, formación básica, profesional, especializante y el eje integrador. En la práctica, estudiantes y profesores de diversos programas académicos de la Universidad, incluyendo los de Artes Plásticas, han señalado las fallas del modelo, particularmente en lo referente al eje de formación común y sus cuatro asignaturas, las cuales se atienden de manera diferente a las demás del plan de estudio, incluso procrastinando su acreditación.

            Respecto al plan vigente, el Informe de Evaluación Diagnóstica de la Licenciatura en Artes Plásticas realizado en 2015 por el CIEES alude a la necesidad de concreción de la misión y objetivos del Plan de estudios mediante el fortalecimiento de los programas de docencia, investigación y difusión de la cultura y la ciencia. Como se apuntó, el programa de Licenciado en Artes Plásticas ha canalizado sus esfuerzos a la labor docente y, mediante exposiciones, eventos culturales internos y externos a la universidad viene cumpliendo con lo relativo a las acciones de difusión. Un área de oportunidad se presenta en fomentar la labor investigativa con el fin de promover la generación de conocimiento por profesores y estudiantes a favor de la docencia o bien para su divulgación en congresos, foros y productos editoriales.

            En relación con la categoría destinada al Modelo Educativo y plan de estudios, CIEES recomendó la reestructuración del plan de estudios para posibilitar la formación integral de los estudiantes, de manera congruente con la misión de la institución y de su modelo educativo. Esto lleva a pensar en la manera en que participan los diversos actores del Plan de Estudios, su correspondencia con los propósitos institucionales y los resultados que cada uno aporta para la consolidación del programa y la formación sólida e integral de los estudiantes. Conviene la reflexión metacognitiva acerca del papel de cada uno en este proceso y las consecuencias que esto tiene para cada quien.

            Como actores fundamentales del proceso profesional de E-A, CIEES propone que los miembros del personal académico atiendan tres grandes propósitos: primero, su formación disciplinaria y pedagógica, que les permita cumplir con su rol en las tres funciones básicas de la Universidad y, a la vez, involucrarse en los programas de estímulos apoyos a la labor académica; también, se reconoce la necesidad de que este personal reencauce su labor a la producción académica, propiciando la recuperación de la investigación y su interacción con las otras funciones básicas, esto, considero, tendría que reflejarse en el trabajo editorial de apoyo a la docencia, a la divulgación del conocimiento y la cultura, y a fomentar una cultura del trabajo investigativo; finalmente, se recomienda impulsar la labor colectiva de los académicos, lo cual propiciaría el intercambio de experiencias con sus pares, la retroalimentación pedagógica y disciplinaria con efectos inmediatos en el trabajo en las aulas, laboratorios y talleres, la construcción de redes y la consolidación de líneas de investigación en donde se involucre a la comunidad estudiantil, así como es establecimiento de alianzas para realizar acciones en favor de la difusión de productos artísticos, culturales y científicos.

Obra escultórica del profesor Alfredo Velarde González. AOA


            Considerando que estas propuestas tendrán resultados en el mediano y largo plazos, no habría razón para que, de manera inmediata, cuidando las dimensiones en que se hacen las recomendaciones de CIEES, de manera colegiada la planta académica no asuma el compromiso de realizar y registrar acciones que sirvan al fortalecimiento de su labor docente; la Universidad ofrece permanentemente cursos, talleres, seminarios y diplomados de formación pedagógica; existen convenios con instituciones nacionales y locales que se pueden aprovechar para llevar a cabos actividades de formación y actualización disciplinaria. Los mismos profesores, acudiendo a su experiencia y especialidad profesional, o bien a su formación en posgrados, pueden retroalimentar a sus pares adscritos al programa.

            La labor investigativa puede partir de pequeños estudios e investigaciones a partir de las temáticas de los diferentes cursos que se imparten en este programa. Esto ya ocurre de manera intermitente y, probablemente, sin tener conciencia de que así sucede; ejemplos los encontramos en los diversos ejercicios que se llevan a cabo en los talleres, en los cuales se pone más cuidado a la ejecución que al concepto de creación y mucho menos se atienden con el rigor de un estudio o investigación académica del nivel universitario. Similar situación se puede observar en los laboratorios de color, o en aquellos en donde se emplean programas informáticos.

            La producción de materiales para la educación o bien para su divulgación requiere del trabajo sistemático de escribir informes de investigación, textos para la docencia, artículos para revistas especializadas, ponencias para congresos, etc.; el mantener un programa de radio donde se hable sobre los temas propios de las Artes Plásticas, también requiere de guiones documentados, de diseñar el programa de radio, y de establecer una vinculación permanente con posibles invitados y analistas del arte y la cultura; confeccionar libros y revistas de la especialidad, resulta de la reflexión y la investigación; incluso, montar exposiciones exige orden y entrega, sea para escribir y diseñar los catálogos, los materiales de difusión, la conformación de conceptos de las exposiciones, así como la curaduría del evento.

         Por 76 años los universitarios han dedicado sus mejores esfuerzos a estas tareas. Incipientemente, de manera voluntarista, más o menos sistemática, pero también con programas establecidos y el compromiso de profesores y de generaciones de alumnos. En este contexto de profesionalización en el que se han sumado muchos empeños, la Universidad de Sonora sigue generando las condiciones para impulsar la vida académica en torno a las Artes Plásticas. Los retos y oportunidades que se presentan, sin lugar a dudas, habrán de ser atendidos en la formación de creadores artísticos y trascender desde el campus universitario por los saberes generados y las obras realizadas.

Karl Marx. Terracota. Obra de Arturo Ordaz Alvarez


Referencias bibliográficas:


Acha, Juan (2004). Educación artística: escolar y profesional. Reimp. México: Editorial Trillas. 
Acha, Juan (2011). Introducción a la creatividad artística. Reimp. México: Editorial Trillas. 
Bozal, Valeriano (ed.) (1999). Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas. Volumen II. La balsa de la Medusa, 81. Madrid: Visor Dis., S. A. 
Briones, Guillermo (1998). Métodos y Técnicas de Investigación para las Ciencias Sociales. México: Editorial Trillas.  
Bunge, Mario (1969). La investigación científica. Su estrategia y su filosofía. Colección Convivium. Barcelona: Editorial Ariel.
Castoriadis, Cornelius (2006). Figuras de lo pensable. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Eisner, Elliot W (2004). El arte y la creación de la mente: el papel de las artes visuales en la transformación de la conciencia. Barcelona; México: Editorial Paidós.
García, Luis Enrique (1992). Siete Notas para Bellas Artes. Hermosillo: Talleres Gráficos de la Universidad de Sonora.
Moncada Ochoa, Carlos (2005). Historia General de la Universidad de Sonora, I. El principio del principio 1938-1953. Hermosillo: Talleres Gráficos de la Universidad de Sonora.



Documentos oficiales:

Ley Número 4 Orgánica de la Universidad de Sonora. 26 de noviembre de 1991.
Nuevo Modelo Educativo de la Universidad de Sonora 2002.
Plan de Estudios de la Licenciatura en Artes Plásticas 2008.
Comité Interinstitucional para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES). Informe de Evaluación Diagnóstica. Licenciatura en Artes Plásticas. Universidad de Sonora. 2015.


domingo, 14 de junio de 2020

Gilberto Gutiérrez Quiroz. 60 años de fructífera labor académica en la Universidad de Sonora


Hermosillo Sonora a 15 de junio de 2020.



La Universidad de Sonora abrió sus puertas en el año de 1942. Desde esos años los esfuerzos de su comunidad universitaria han hecho posible que hoy en día sea valorada como una de las principales instituciones de educación superior en el país y, sin duda, la más importante del noroeste y de nuestra entidad.

En el tiempo transcurrido ha destacado la presencia y trabajo de su comunidad académica en los diferentes ámbitos del saber. Es larga la lista de los profesores e investigadores cuya labor en las aulas, talleres y laboratorios ha permitido la formación de generaciones de profesionistas comprometidos con el desarrollo del estado y el país; una planta académica que, además, mediante la generación y divulgación del conocimiento científico y tecnológico ha permitido la consolidación de la actividad docente, de investigación y divulgación científica y cultural de Sonora por cerca ya de ocho décadas.

El propósito de estas líneas es realizar una sucinta semblanza de uno de los distinguidos miembros de la comunidad académica de la Universidad de Sonora. En este mes de junio de 2020, el maestro Gilberto Gutiérrez Quiroz, adscrito al Departamento de Sociología y Administración Pública cumple 60 años como docente de nuestra Alma Mater. Sea éste un reconocimiento a su estimulante ejemplo y brillante trayectoria.

El compromiso con la Universidad

El primer encuentro con la Universidad de Sonora lo vivió Don Gilberto a corta edad, al cursar sus estudios de normalista y posteriormente de nivel preparatoria. Hace unos años, el maestro me compartió lo significativo que fue para él aquel momento. Procedente de Ciudad Obregón, en compañía de su padre, antes de cruzar las puertas de acceso al campus, su papá se detuvo y se quitó el sombrero como muestra de respeto a la institución. En su relato, el maestro destacó que ese momento selló su vínculo con la Universidad, al ver a su padre, un hombre de trabajo, honrando a la que sería su Alma Mater: en el gesto y la mirada de mi papá comprendí el compromiso que yo tendría que asumir a partir de ese momento.

Sus estudios como abogado los realizó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México. Más adelante realizaría estudios de posgrado en Administración Pública y de Negocios en la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Al año siguiente de haber obtenido su título profesional, regresó a la Universidad de Sonora, esta vez para incorporarse a la labor docente. De acuerdo con información que obra en el archivo de la Dirección de Recursos Humanos de la institución, inició sus actividades como profesor universitario el 15 de marzo de 1960.  Salvo contados momentos, su desempeño como docente se ha mantenido constante hasta estos días.

Diferentes generaciones en distintos espacios de la Universidad dan constancia de su labor como docente. Estudiantes de las antiguas escuelas de Derecho, Contabilidad y Administración, Altos Estudios, Agricultura y Ganadería, Ciencias Químicas y Trabajo Social tuvieron la oportunidad de recibir la cátedra del maestro. En 1980 fue profesor de los estudiantes de la primera generación de la entonces emergente Licenciatura en Administración Pública; desde ese tiempo su presencia en las aulas de este programa educativo ha sido permanente.  

El Licenciado Gutiérrez Quiroz, además, fue Jefe de Extensión Universitaria y Director del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad. Como parte de sus funciones en el campo de la extensión impulsó, en aquel entonces, la vinculación con otras instituciones nacionales e internacionales. No hace mucho tiempo tuve la oportunidad de convivir con estudiantes de otros países en una velada organizada en casa de una de las hijas del maestro; esta labor la ha seguido realizando como forma de estimular el talento de los jóvenes universitarios y para hacer sentir a quienes nos visitan como parte de nuestra institución.

Otra faceta de su trabajo en la Universidad la llevó a cabo como miembro del Consejo Universitario. Además, Don Gilberto participó activamente como miembro precursor de la Fundación UNISON. Asimismo, resalta el papel que realizó como miembro fundador y Presidente del máximo órgano de gobierno de nuestra institución, la Junta Universitaria.


La labor educativa

Tuve la oportunidad de ser alumno del profesor Gutiérrez Quiroz durante mis estudios en la Licenciatura en Administración Pública. Hoy somos compañeros en la comunidad académica de ese programa académico. Con el tiempo y la convivencia he podido constatar que la conducta del maestro, tanto personal como profesionalmente, se sustenta en un código de principios fuertemente arraigados en él, lo que le permite ser congruente en el decir y el hacer.

Podemos darnos cuenta de su respeto y creencia en el ser humano. De manera muy cercana, profesa el amor a su familia. De allí el recuerdo que tiene de sus padres y su esposa. También lo podemos ver en su relación con sus hermanos, hijos y nietos. Pero este trato se puede observar, también, en la forma que trata a sus alumnos, cómo los orienta y tutela durante sus estudios, incluso una vez que ya egresaron de las aulas universitarias.

El profesor, cultiva todos los días su compromiso con la labor educativa. Es un profesor de formación y de corazón. Su constancia y presencia en las aulas universitarias por 60 años dan cuenta de ello. Desde su incorporación a la planta docente de la Universidad sólo se ha ausentado por breve tiempo, sea esto por motivos de enfermedad o por sus compromisos en el ámbito de la vida pública. Sin embargo, previendo estas situaciones, el maestro no ha descuidado la atención de sus educandos, pues se ha valido de reconocidos profesionistas para que lo apoyen en la implementación de sus cursos, como son el maestro Rubén Díaz Vega, el Licenciado Heriberto Tapia Macías e, incluso, su propio hijo, Gilberto Gutiérrez Sánchez.

El compromiso con la formación de sus estudiantes se refleja cuando dispone, al inicio de cada semestre, parte de su salario como profesor de asignatura para que puedan adquirir los libros propuestos en el programa de sus materias.

El apoyo a sus estudiantes lo lleva más allá del aula, abriendo espacios en dependencias y entidades de gobierno para que puedan realizar su servicio social universitario y las prácticas profesionales. Siendo funcionario público, algunos alumnos realizaron estas actividades formativas en oficinas que estaban bajo la autoridad del maestro. Esta misma práctica la realiza en apoyo a los egresados universitarios, vinculándolos con funcionarios de distintas dependencias y entidades de gobierno con miras a que puedan acceder a un empleo en el servicio público.

Durante la exposición de su cátedra está presente el reconocimiento a las aportaciones de la teoría, pero siendo un agudo observador de la realidad y la práctica que la transforma, ésta siempre forma parte de sus exposiciones. Tiene la facilidad de transmitir sus ideas. Alguien ha dicho que seduce al alumno y lo invita a pensar.

En el aula, como su alumno, no coincidí con varias de sus ideas, sin embargo, me percaté de su calidad docente al mantener siempre una posición de respeto al disenso y ser promotor de los consensos.

Como maestro, a su vez, siempre está estudiando, actualizándose. En ese sentido, no resultó extraño que el año pasado concluyera sus estudios de posgrado en la Maestría en Derecho Procesal Penal Acusatorio y Oral de la Universidad.

De igual manera, es comprensible que, como parte de su curso de Sistema Político Mexicano, y en el contexto de la pandemia que vivimos, entre los temas de análisis planteados a sus alumnos haya programado el estudio de la Cuarta Transformación propuesta por el gobierno federal, así como la reflexión sobre la presencia del Covid-19 en la vida social, política y económica del país y el mundo.

Con el fin de adecuarse a las exigencias de implementar estrategias educativas a distancia, acudió a la asesoría y apoyo en el manejo de nuevas tecnologías para estar en contacto con su grupo y poder así cumplir con los objetivos de la materia.

Más allá del espacio universitario

La vida profesional del Licenciado Gilberto Gutiérrez Quiroz se ha traducido en una experiencia fructífera y trascendente. Su papel como Notario Público al frente de la Notaría No. 81 de Hermosillo, fue reconocido en 2019 con la Medalla “Diego de Godoy” por parte del Notariado Mexicano en una ceremonia realizada en el estado de Veracruz, al celebrarse los 500 años del primer acto notarial en el país. En su momento, Don Gilberto fue Presidente de Notarios en Sonora, como también fue Presidente del Colegio de abogados en la entidad. En su trayectoria profesional, se consigna el haber sido el primer Presidente del Instituto Sonorense de Administración Pública.

Cuenta con una extensa trayectoria en el servicio público, ocupando cargos en diferentes instancias de los tres poderes del Estado, en los tres órdenes de gobierno: Oficial Primero en el Departamento de Intendencia de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Auxiliar en la Dirección de Investigaciones Políticas de la Secretaría de Gobernación, Agente del Ministerio Público en Hermosillo, Juez de primera instancia en Hermosillo, Secretario de la Junta de Progreso y Bienestar de Hermosillo, Magistrado del Supremo Tribunal de Justicia de Sonora, Director del Departamento Jurídico del municipio de Hermosillo, Coordinador de Programas Institucionales de la Distribuidora Consupo del Noroeste, así como Síndico Municipal en Hermosillo.

Como representante popular, fue Diputado federal en la XLIX Legislatura, llegando a ser Presidente de esa Cámara legislativa; así también, fue Senador de la República en la LVI Legislatura, donde también fungió como asesor del Presidente de la Cámara de Senadores.

Don Gilberto aspiró a ser candidato a la Presidencia municipal de su natal Cajeme. Más recientemente, por el cargo que ostentaba, pudo haber sido Presidente municipal de Hermosillo. Ambas posibilidades se frustraron por veleidades de la política y de los políticos. Esto no resta méritos a su destacada trayectoria como servidor público.

El reconocimiento público

En 2016, la Secretaría de Educación y Cultura reconoció a Don Gilberto como el Profesionista del Año 2015, atendiendo a sus méritos profesionales en el campo del Derecho.

Hace dos años, la comunidad del Departamento de Sociología y Administración Público hizo lo propio en razón de su brillante trayectoria docente. Dicho evento se realizó del aula magna departamental, lo que resultó en un acto doblemente significativo ya que dicho recinto universitario lleva el nombre de Don Gilberto, a propuesta que en décadas atrás hicieron los miembros de esa misma comunidad por su destacada labor como docente universitario.

En agosto de ese mismo año, el Cabildo de Hermosillo lo distinguió al poner su nombre al tramo carretero que lleva a la Ciudad de Ures, desde el entronque con la carretera federal hasta la carretera que lleva a San Miguel de Horcasitas.

El hijo de Don Gilberto me comentó un día que en innumerables ocasiones su padre ha manifestado que la Universidad de Sonora es su segunda casa. De allí podemos desprender que él se sienta cobijado por su Alma Mater y que le brinde a ella su compromiso pleno como docente.

Valga pues esta breve semblanza para hacer un reconocimiento por sus 60 años de fructífera labor académica en la Universidad de Sonora. Por su compromiso con la formación de sus estudiantes, por su congruencia como persona y profesional.

jueves, 11 de junio de 2020

La Universidad de Sonora y el estudio de las Artes Plásticas. La Academia de Artes Plásticas

Edificio del Museo y Biblioteca de la Universidad de Sonora. Primera sede de los Talleres de Artes Plásticas. AOA.

Hermosillo Sonora a 11 de junio de 2020.

Fragmento del segundo capítulo del libro Escultura sonorense. Aportaciones de la Licenciatura en Artes Plásticas de la Universidad de Sonora. Colección “La Mirada del Búho” No. 6. Departamento de Desarrollo y Producción Editorial de la Universidad de Sonora. Universidad de Sonora, México, 2020. ISBN de la Colección: 978-607-518-130-1; ISBN: 978-607-518-364-0. Pp. 23-35.

Los compromisos fundamentales de la Universidad

El propósito de este capítulo es reflexionar acerca del proceso de enseñanza-aprendizaje profesional en el campo de las artes plásticas en la Universidad de Sonora. Se considera que el estudio profesional requiere de la sistematización de los productos del proceso investigativo, los cuales sustentan el proceso creativo, y éste, a su vez, es fuente para inspirar nuevas ideas o para comprobarlas mediante la praxis.
            Desde sus orígenes, la Universidad de Sonora ha luchado por hacer efectivos los principios de libertad de cátedra y de investigación, el respeto a todas las expresiones del pensamiento humano y el aliento a la creatividad y el análisis crítico y constructivo.
            En la Ley Orgánica No. 4 de la Universidad de Sonora han sido consignados sus compromisos fundamentales. En su artículo cuarto quedó consignada su naturaleza y esbozadas sus nobles tareas:
«La Universidad de Sonora es una institución autónoma de servicio público, con personalidad jurídica y capacidad para autogobernarse, elaborar sus propios estatutos, reglamentos y demás aspectos normativos, así como para adquirir y administrar sus bienes y recursos. Es una institución de educación superior y ejercerá la libertad de enseñanza, investigación y difusión de la cultura; aplicará sus recursos con sujeción a la normatividad relativa y, en general, cumplirá con las atribuciones que esta ley, el estatuto general y los demás reglamentos le confieran.»

Por su parte, en el artículo quinto se precisan como objetivos universitarios la «…preservación, creación y difusión de la cultura científica, tecnológica y humanística en beneficio de la sociedad.» En ese sentido, se propone en este precepto:
§ La formación y capacitación de profesionales, científicos y técnicos,
§ La formación integral del individuo, fomentando la conciencia de solidaridad y justicia,
§ Impulsar y desarrollar la investigación humanística, científica y tecnológica,
§ Dar cumplimiento a sus funciones sustantivas en congruencia con el desarrollo científico y tecnológico,
§ Fomentar los valores de la cultura nacional, así como el estudio de los derechos y deberes fundamentales del hombre, para fortalecer la independencia, la soberanía y el desarrollo del país y la entidad,
§ Crear, difundir y fomentar las manifestaciones artísticas y culturales,
§ Impulsar actividades extracurriculares que permitan los beneficios de la cultura y el saber a los que carecen de oportunidad para obtenerlos, y
§ Contribuir a la planeación y desarrollo interinstitucional de la educación media y superior.

De esta manera, las actividades sustantivas de la Universidad, expresadas en sus programas académicos, como sus actividades adjetivas o logísticas, deben orientarse bajo estos objetivos y disposiciones. Docencia, investigación y divulgación se constituyen en los componentes básicos del sistema de enseñanza-aprendizaje de la Universidad, su integración e interacción hacen posible el cumplimiento de sus tareas fundamentales.
Todo ello en los términos previstos por el marco institucional que rige en el país y en el estado; teniendo en cuenta el contexto local, regional, nacional e internacional en el que se adscribe la Universidad; y considerando la satisfacción de las necesidades del desarrollo y bienestar del estado de Sonora y del país.


Profesor Ciro Sotelo Cruz. Escultor y Ceramista. 
Trabajando en los talleres ubicados en el Edificio del Museo y Biblioteca de la Universidad de Sonora.


El Proceso Enseñanza-Aprendizaje

El aprendizaje profesional puede ser alcanzado en el ámbito académico o bien de manera autodidacta. En este trabajo se pone atención al que se desarrolla en aulas y talleres de educación formal, asumiéndose que en ellos dicho proceso ocurre «…metódicamente y de manera completa, breve y eficaz.» (Acha, 2011: 61). En esta perspectiva, entonces, se concibe que el aprendizaje profesional se liga a tres funciones básicas: la docencia, investigación y divulgación del conocimiento y la cultura.
            Se considera que el aprendizaje profesional es un proceso de transformación de quienes participan en él. Se asume que el estudiante es el focus del ejercicio educativo, se pretende que haga suyos conocimientos, habilidades y actitudes como resultado del proceso enseñanza-aprendizaje; por su parte, el profesor organiza y pone en práctica una serie de estrategias de enseñanza-aprendizaje mediante las cuales presenta a sus estudiantes los contenidos de la disciplina con la que ambos están comprometidos; a su vez, el centro educativo propicia las condiciones que permiten que ocurra dicho proceso, desde la definición del modelo educativo y los planes y programas de estudio como las condiciones materiales que permiten la concreción de dicha tarea.
            Durante el proceso de enseñanza-aprendizaje (E-A) el estudiante madura en el conocimiento acerca de los sistemas teóricos, desarrolla aptitudes en el manejo de estrategias, métodos, técnicas y herramientas con las cuales aprehende y puede incidir en sus objetos de estudio, y al mismo tiempo asume un marco axiológico que modula su comportamiento como profesional de su disciplina.
            En el caso del profesor, investiga para fundamentar, estructurar y darle vida al programa del curso a su cargo; durante el proceso (E-A) le toca, además, observar, evaluar y auto-evaluarse en cuanto al desarrollo y resultados de dicho proceso; él mismo manifiesta cambios en tanto que madura su dominio de los contenidos del curso, así como perfecciona la manera en que interactúa con el estudiante para lograr los fines educativos.
            Al centro educativo le toca, desde una perspectiva institucional, planear, organizar, dirigir y controlar y evaluar; así moviliza los recursos de diversa índole que propician el proceso, detecta insuficiencias, fallas, omisiones, etc. y corrige lo necesario para lograr sus fines como organización educativa y ante la sociedad. El instrumento por antonomasia que brinda la institución educativa al proceso (E-A) es el Plan de Estudios de la carrera que oferta. Para concretarlo y presentarlo a los estudiantes contrata la planta académica profesional del campo de conocimiento y dispone de los medios materiales para apoyar la labor educativa.
            La educación profesional en el campo de la artes, consigna el profesor Juan Acha (2004: 24-34), tiene como propósito la educación de la sensorialidad, la sensibilidad, la mentalidad y la creatividad de los estudiantes, lo cual implica, respectivamente: el manejo de las técnicas, instrumentos y procedimientos de su especialidad; el análisis, comprensión y aplicación de las categorías estéticas en su trabajo de creación artística; el estudio, investigación, producción y aplicación de conocimiento teórico, tanto artístico como histórico, sociológico, psicológico y de otros campos con los que se interactúe; así como la experimentación creativa en la que se recreen todos los otros elementos para propiciar una formación integral del estudiante.
            El proceso de (E-A) profesional constituye un fenómeno dialéctico en el que, dentro de un ambiente de libertad y disciplina, se produce una relación permanente entre teoría y práctica, y en el que el estudiante de manera sistemática va conformando su formación profesional en la disciplina mediante la asunción de conocimientos, habilidades y pautas de comportamiento, pero también por conducto de la creación y recreación de los mismos.
            El aprendizaje profesional en el campo de las artes plásticas, al igual que en otros campos de conocimiento, requiere de la investigación: la sistematización de los productos del proceso investigativo da sustento al proceso creativo y a la conformación de conocimiento válido para las diferentes disciplinas; también, es fuente que inspira nuevas ideas o que proporciona los argumentos para comprobarlas mediante la praxis.
            En un sentido profundo, se asume que «El hombre se crea a sí mismo como creador» (Castoriadis, 2006: 30): fortalece su ser interno como su presencia social. A la investigación se le considera como elemento fundamental en la creación de conocimiento, pues, conforme «…progresa, la investigación corrige o hasta rechaza porciones del acervo del conocimiento…» (Bunge, 1969: 19). Por su parte, el proceso creativo se asume como origen y destino de la investigación.
            La investigación «…es un proceso de creación de conocimientos sobre la estructura, el funcionamiento o el cambio de una zona de la realidad.» (Briones: 1998: 17) En el aprendizaje profesional este proceso es básico, pues mediante el método sistematiza la estrategia que permitirá encontrar las respuestas a las interrogantes del investigador, solucionar los problemas reales y de estudio, aceptar o solucionar determinados preceptos teóricos o hechos concretos, en fin, genera nuevo conocimiento.
            Asumidas como funciones sustantivas de las instituciones de educación superior, la docencia, la investigación y la difusión del conocimiento y la cultura conforman una relación dinámica, compleja y de retroalimentación mutua. Una educación integral, de acuerdo con el profesor Acha (2004: 33), se concibe como un proceso complejo caracterizado por la pluralidad y la diversidad, y lejano de la unidimensionalidad y la simplicidad.
            En este sentido, Elliot W. Eisner (2004: 62-65) resalta la importancia de que el estudio de las Artes se sume al estudio de otras experiencias curriculares.
            Eisner propone que el estudio de las Artes integradas se organice en cuatro estructuras curriculares: A) para la comprensión de un periodo histórico y cultural concreto; B) para ayudar a los estudiantes a identificar similitudes y diferencias entre las distintas artes; C) para explorar un tema o idea fundamental a partir de las obras de arte y los trabajos de otros campos; y D) para la solución de problemas mediante varias disciplinas, entre ellas las Artes. 

El descanso. Obra del artista plástico Enrique Rodríguez Zazueta. 
Atrio del Edificio del Museo y Biblioteca de la Universidad de Sonora. AOA.

            El autor destaca que lo importante es que en cualquier campo de conocimiento es fundamental comprender el contexto económico y político de la disciplina; en el mismo sentido es importante comprender cómo otros campos de estudio, como las Artes, pueden ser útiles en la comprensión y cognición de estas disciplinas.
            La creación artística requiere de un largo proceso de formación profesional, según lo apunta el profesor Acha (2011: 145-150); en este proceso se fomentan y desarrollan diversos componentes de la creación artística, como la concepción, la ejecución, la experimentación, la búsqueda de soluciones, la comprobación, la innovación, entre otros. En todos ellos el estudiante involucra el conocimiento y la experiencia, la memoria y la fantasía, así como el conocimiento lógico, crítico y dialéctico.
            En este proceso discurren artisticidad-cientificidad como una totalidad dialéctica en donde, la cientificidad refiere al grado de confianza o seguridad con el que se aceptan los resultados obtenidos por un investigador basado en los procedimientos utilizados para efectuar su estudio, cuyos criterios son de orden epistemológico como la objetividad, la validez, la fiabilidad o confiabilidad, y de orden social como los principios éticos y profesionales vinculados al quehacer científico.
            Por su parte, la artisticidad nos habla del camino que el artista recorre para llegar, por intermediación de la obra, al observador y suscitar su interpretación; es la materialización en la obra de aquellos aspectos que permiten que sea considerada como arte.
            En estos términos, se asume lo propuesto por Galvano Della Volpe, quien considera que lo «…específicamente artístico no se comprende en términos de expresión intuitiva del sujeto, tampoco en términos de recepción intuitiva por parte de los lectores y espectadores, el gusto no es una aceptación irracional sino una selección cualitativa, plenamente racional, de las obras, que en ese juicio -el de gusto- son comprendidas e interpretadas.» (Bozal, 1999: 182)


La Academia de Artes Plásticas y los primeros proyectos académicos

El programa académico de la Licenciatura en Artes Plásticas fue institucionalizado con su aprobación por parte del Colegio Académico en el año 1998. Con esta decisión se cumplió un anhelo del pueblo sonorense que surgió a la distancia de más de cinco décadas atrás con la misma fundación de la Universidad de Sonora.
            Originalmente, de manera elemental, la actividad artística, en los campos de la música y las artes pláticas, fue impulsada en el ámbito universitario (García, 1992: 24). Durante la primera década de vida universitaria, se promovieron diversos proyectos para dar impulso a la educación artística, pero no fueron concretados debido a las limitaciones presupuestales de la Universidad en esos años, o bien porque otras prioridades encabezaban la agenda de desarrollo de la institución.
            En esta primera etapa de la Universidad, sobresalen los esfuerzos de los profesores Francisco Castillo Blanco (1912-1973) e Higinio Blat (1893-1974) en el fomento de las artes plásticas en el campus universitario. En el año de 1948 el maestro Castillo Blanco propuso la creación de la Escuela Libre de Artes Plásticas, proyecto que sirvió de base para la aprobación, tres años más tarde, de la Academia Libre de Dibujo y Pintura propuesta por el pintor Higinio Blat (Moncada, 2005: 162).
            Según lo consigna el profesor Luis Enrique García (1992: 33), fue el 2 de enero de 1951 cuando abrió sus puertas la Academia, constituyéndose en la institución responsable de desarrollar y difundir el dibujo y la pintura, y años más adelante la escultura, el grabado y la cerámica. El proyecto de la Academia (García, 1992: 34), de manera incipiente se estableció un mecanismo para el ingreso y promoción de los estudiantes, el cual estaría en función de los conocimientos y aptitudes calificados técnicamente por el Director de la Academia. El Plan de estudios que se propuso se estructuró con los siguientes cursos:




En 1954 se aprueba como actividad de la Academia la de Escultura y Modelado a cargo del profesor empalmense José Balderrama Luque (1923-1992). Principia, entonces, la enseñanza formal de estos estudios, si bien ya desde fines de la década de los cuarenta el maestro Castillo Blanco había impartido las primeras enseñanzas de esta especialidad artística.
            En octubre de 1961, el profesor Héctor Martínez Arteche (1934-2011) asumió la dirección de la Academia; con él surge un nuevo proyecto para formalizar el estudio de las Artes Plásticas, en el que se reconoce que aún dista la profesionalización de las artes en la región, sin embargo, también se tiene conciencia de su importancia en el desarrollo cultural de Sonora. Con la creación de la Dirección de Bellas Artes, en 1962, también se reconoce la Academia de Artes Plásticas. Paulatinamente, a lo largo de dos décadas, se irá estructurando un currículo para los diversos talleres, brindando la oportunidad de cultivar una formación integral con duración de tres años en cada uno de ellos.
            Desde un principio el profesor Martínez Arteche se preocupó por la profesionalización de los estudios de la Academia. El profesor Luis Enrique García (1992: 39-40) nos recuerda que Martínez Arteche se preocupó por elaborar reglamentos y programas de estudio, definiendo como finalidades de la Academia:
a.  Prestar ayuda moral y material a los alumnos.
b. Gestionar becas a los que carezcan de recursos y que demuestren una capacidad sobresaliente.
c.  Contribuir a la orientación de las Artes Plásticas en el Estado, para el desarrollo y afirmación de la Escuela Plástica Nacional.
d. Preparar conferencias de tipo escolar y organizar cursos intensivos de especialización artística a cargo de distinguidos maestros huéspedes.
e. Presentar exposiciones periódicamente para estímulo de los estudiantes. Preparar el “Salón Anual de la Academia”:
f.  Gestionar la ejecución de decoraciones murales y escultóricas para encauzar una mejor preparación del alumno y el embellecimiento de la ciudad.
g. Crear un periódico mural, “Ilustración”, a cargo del Departamento de Grabado.

Durante la gestión del profesor Martínez Arteche se da un importante impulso a las exposiciones locales y foráneas. Se instituye como un evento fijo de fin de cursos El Salón de Pintura, Escultura, Grabado y Artesanías. De manera semestral, este evento se hará una tradición entre profesores y estudiantes; su convocatoria se hará con diversos nombres.
            Tras reiterados esfuerzos de los profesores Martínez Arteche y Balderrama Luque por aprobar oficialmente los planes de estudio de Pintura, Escultura, Dibujo, Grabado y Escenografía, en el periodo 1964-1965 se define la estructura organizativa de la Academia, la cual quedó constituida por:
§  El director de la Academia, con funciones de docente y como responsable del Salón de Exposiciones
§  Un maestro de escultura y modelado
§  Un maestro de dibujo constructivo
§  Un maestro de técnica escenográfica
§  Un auxiliar de la Academia, con funciones secretariales
§  Un ayudante del Salón de Exposiciones
§  Un modelo para dibujo de figura humana (García, 1992: 43-44)

El año 1962 resulta significativo para la vida institucional de las Academias de Artes, pues se crea la Dirección de Bellas Artes y se reconoce la labor docente de las Academias. Se desligan de la Dirección de Extensión Universitaria, sin embargo, poco es el avance en la profesionalización de los estudios en este ámbito.
            En ese tiempo Mario Moreno Zazueta, auxiliar del Taller de Dibujo y en la Sala de Exposiciones obtuvo una beca para realizar estudios en el Colegio de San Mateo, California, lugar donde conoce al destacado artista plástico Vincent P. Rascón (1923-2012), quien en lo sucesivo mantendrá una estrecha relación con las Academias de la Universidad, contribuyendo en calidad de docente en las áreas de grabado y cerámica, y mediante donaciones de material y equipo para los talleres. Posteriormente, una vez oficializada la Licenciatura en Artes, el profesor Rascón continuó su relación con los profesores y estudiantes universitarios hasta su deceso en 2012.
            El profesor Enrique Rodríguez Zazueta, originario de Empalme, será quien cubra la vacante dejada por el profesor Mario Moreno. El profesor Rodríguez asumirá labores docentes como de encargado del Salón de Exposiciones. En mayo de 1969 se suma a la planta docente el profesor Manuel Romo Rodríguez (1920-1992), el cual se hará cargo de los cursos de dibujo, grabado y paisaje. En diciembre de ese mismo año, se incorpora el profesor Ciro Sotelo Cruz (1936-2003), quien se hará cargo de los cursos de Escultura, Historia del Arte de la Arquitectura y la Escultura. Simultáneamente, el profesor Rodríguez se dedicará de manera exclusiva a labores docentes.
            Para 1970, apunta Luis Enrique García (1992: 46), el programa académico de la Academia quedará integrado por la siguiente planta docentes:



Sin contar con su formalización como instancia académica de la Universidad, pero con el interés de responder a las disposiciones universitarias, el Consejo Técnico de la Academia de Artes Plásticas propone un nuevo plan de estudios (Cuadro 3), el cual encontró inspiración en el Plan de Estudios de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
            Estos estudios se consideraron de nivel medio, pudiendo los estudiantes inscritos aspirar a una constancia como Pintor, Escultor o Grabador a quien cubriera satisfactoriamente seis semestres de estos estudios. Por otro lado, se estableció que se consideraría Fotograbador, Ceramista, Burilista, Diseñador, Cantero o Fundidor a quien cubriera los cursos de estas especialidades en cuatro semestres.
            En este mismo tiempo se ajustó el Reglamento del Salón de Exposiciones de la Academia de Artes Plásticas, estableciendo como permanentes las exposiciones de: «…el Salón de la Academia de Artes Plásticas, el Salón de Primavera, el Salón Anual de Fotografía y el Salón de Octubre.» (García, 1992: 51)

Durante el periodo de 1974-1978, se hace cargo de la dirección de la Academia el pintor Francisco Romero Meneses, quien continuó la labor de divulgación de la producción artística de los talleres, sumando esfuerzos y gestiones ante las instancias administrativas de la Universidad para mejorar las condiciones laborales del cuerpo docente.
            A partir de enero de 1979 asume la dirección de la Academia el profesor Manuel Romo Rodríguez. Durante su gestión, y ante el repunte de la inscripción en los diferentes talleres, se logró la aprobación presupuestal para incrementar horas frente a grupo y contratar nuevos profesores. En octubre de ese año se incorporan Alfredo Velarde González como profesor del Taller de Escultura, Gustavo Ozuna González profesor del Taller de Pintura, Adán Romero Valencia y Jorge Luis Llánez como responsables de Taller de Grabado y Serigrafía, María Eugenia Soto Cota como Coordinadora del Salón de Exposiciones y Jorge Origel Sández como ayudante en esas labores.
            Al año siguiente, en octubre de 1980, el relevo en la dirección de la Academia lo asumirá el escultor y ceramista Ciro Sotelo Cruz. Caracterizada esta etapa por una dinámica vida académica, se crean el Taller de Fotografía a cargo del profesor Carlos González, el Taller de Plástica Infantil bajo la coordinación de las profesoras Rosa Angélica Santana Corrales y Ruth Mayela Real Martínez.
            En enero de 1981, el rector Alfonso Castellanos Idiáquez otorgó la distinción como Maestro Honorario de la Academia al profesor Vincent P. Rascón, reconociéndose su vinculación y compromiso con los talleres de Artes Plásticas desde inicios de los sesenta.
            La labor de divulgación será un rasgo peculiar de la gestión del profesor Sotelo Cruz, llevándose a cabo exposiciones colectivas como particulares de los talleres que componen la Academia, así como exposiciones individuales de profesores, estudiantes y artistas invitados.
            La formación académica durante el periodo 1980-1983 se llevará a cabo siguiendo el Plan de estudios elaborado por los profesores de la Academia. Su oficialización tampoco se concreta en este tiempo, pero será la base para la formulación de un programa de estudios que se presentará ante las autoridades universitarias en abril de 1984.
            Cierto es que de las funciones universitarias en la Academia sólo se atienden la docencia y la difusión, pero de manera incipiente los profesores hacían esfuerzos por inducir a sus alumnos en la experimentación y el registro de los procesos de su práctica y los hallazgos de sus búsquedas. A manera de ejemplos se tienen los estudios escultóricos basados en formas cóncavas y convexas realizados por el profesor Enrique Rodríguez, o bien la interdisciplinariedad fomentada por el profesor Ciro Sotelo para incorporar temáticas de otras disciplinas en la creación de obras cerámicas.

 
Con entusiasmo y expectativa de que los estudios en Artes Plásticas puedan tener el reconocimiento oficial de la institución, en 1984 se hacen gestiones para formalizar el Plan de estudios de esta especialidad. El estudio incorporaba el análisis de la planta docente y la infraestructura necesarias para llevar a cabo la profesionalización del programa; se argumentó en el sentido de contar con un consolidado cuerpo de profesores en las diversas áreas de las artes plásticas, y que, con las adecuaciones necesarias, se podrían utilizar los espacios de los talleres de la Academia como sede de los cursos de las nuevas carreras.
            El proyecto incluía la formación de tres carreras de nivel de educación media superior: Maestro de Artes Plásticas, Maestro de Historia del Arte y Maestro de Plástica Infantil. Se buscaba con ello incidir en el desarrollo cultural y artístico de la entidad y el país, aportando en la formación de personal sólidamente preparado para asumir labores de docencia en las áreas de especialidad propuestas.
            La propuesta incluye una visión integral de la formación académica en asuntos de orden teórico como prácticos y buscando desarrollar con creatividad y visión crítica capacidades para la docencia, la investigación y la divulgación del conocimiento y el arte.



En 1986 abre sus puertas la Galería de Ciencias y Artes a cargo de la Secretaría General de la Universidad. El Salón de Exposiciones de la Academia cerró durante el periodo de 1984 a 1988, como resultado de un conflicto con la Coordinadora del Salón. El inmueble reabrirá en junio de 1988 con la autorización del rector Manuel Balcázar Meza. Con el impulso de profesores y estudiantes, recuperará su vitalidad a pesar de las deterioradas condiciones con las que se recibió después del receso.

Fauno. Terracota. Escultura de Arturo Ordaz Alvarez.

Referencias bibliográficas:

Acha, Juan (2004). Educación artística: escolar y profesional. Reimp. México: Editorial Trillas.
Acha, Juan (2011). Introducción a la creatividad artística. Reimp. México: Editorial Trillas.
Bozal, Valeriano (ed.) (1999). Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas. Volumen II. La balsa de la Medusa, 81. Madrid: Visor Dis., S. A.
Briones, Guillermo (1998). Métodos y Técnicas de Investigación para las Ciencias Sociales. México: Editorial Trillas.  
Bunge, Mario (1969). La investigación científica. Su estrategia y su filosofía. Colección Convivium. Barcelona: Editorial Ariel.
Castoriadis, Cornelius (2006). Figuras de lo pensable. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Eisner, Elliot W (2004). El arte y la creación de la mente: el papel de las artes visuales en la transformación de la conciencia. Barcelona; México: Editorial Paidós.
García, Luis Enrique (1992). Siete Notas para Bellas Artes. Hermosillo: Talleres Gráficos de la Universidad de Sonora.
Moncada Ochoa, Carlos (2005). Historia General de la Universidad de Sonora, I. El principio del principio 1938-1953. Hermosillo: Talleres Gráficos de la Universidad de Sonora.

Documentos oficiales:
Ley Número 4 Orgánica de la Universidad de Sonora. 26 de noviembre de 1991.
Nuevo Modelo Educativo de la Universidad de Sonora 2002.
Plan de Estudios de la Licenciatura en Artes Plásticas 2008.
Comité Interinstitucional para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES). Informe de Evaluación Diagnóstica. Licenciatura en Artes Plásticas. Universidad de Sonora. 2015.