Ciego, busqué sus cuerpos macilentos...
Tres días los llamé desatentado...
¡El hambre sofocó los
sentimientos!
Dante
Alighieri. La Divina Comedia
El Infierno — Canto XXXIII. vv. 75
Entre las sombras, arrastrándose
entre los cuerpos yacentes de sus hijos, Ugolino expresa su desazón por la
muerte de su progenie, un dolor profundo, tal vez, incluso, remordimiento, por
la suerte que ha corrido en aquella mazmorra en la que, para sobrevivir, ha
tenido que acudir a la carne de sus seres queridos, hijos y nietos, como
alimento, cual perro cuyos ojos torvos denotan su naturaleza más bestial que
humana.
El conde Ugolino, uno de los traidores de la patria, cuya historia es
narrada en uno de los cantos más conocidos del Infierno de la Divina Comedia de Dante Alighieri, es el tema que
Auguste Rodin escogió para sustituir la escultura de El Beso, que, en el complejo de sus Puertas del Infierno, La Porte de l'Enfer, resultaba una escena muy agradable y luminosa como para integrarse a su
mayor proyecto escultórico. El drama de Ugolino della
Gherardesca resultaba para Rodin un tema más propio dentro de
aquel esquema dantesco; además, el tema del romance adúltero de Francesca de Rimini y
Paolo Malatesta, sería incorporado al pie de la escultura de Ugolino en la
composición Fugit Amor, conocida
también como Paolo y Francesca. Encargado por el Ministerio de Arte y Cultura del gobierno francés en
1880, el trabajo de las Puertas, tendría como tema la Comedia de Dante, si
bien, más adelante el mismo artista integraría otros temas derivados de la obra
poética de Baudelaire (Néret, 1994: 11).
Durante el desarrollo de las
Puertas, y como ocurrió con otras esculturas que Rodin fue incorporando a su
proyecto, Ugolino y sus hijos fue
sacado de su contexto para ser presentado como una escultura con
características propias, cuyo tema y la composición misma ofrece al observador
la posibilidad para la reflexión acerca de la naturaleza humana. Como parte de
las Puertas del Infierno, nunca ocupó el lugar para el que se pensó, el Musée
des Arts Décoratifs. A la muerte del escultor en 1917, el original en yeso se
ubicó en el Museo de Orsay y tres originales en bronce se destinaron al Museo
Rodin en París, al Museo del mismo nombre en Filadelfia y al Museo Nacional de
Arte Occidental de Tokio. Otros ejemplares de la obra se encuentran en Zurich,
Seúl, Shisuoka, Barcelona y en California. La escultura de Ugolino, también
como parte del patrón de trabajo de Rodin, fue elaborada en varias dimensiones
y materiales; la ubicación de estas obras es, por lo general, en las salas de
los museos de todo el mundo. El Musée Rodin de Paris alberga en sus jardines
una reproducción en bronce de 134 x 140 x 194 cm., versión tres veces superior
a la de las Puertas, de 40.3 x 41.5 x 58.7 cm. Además del bronce y el yeso, la
obra también fue elaborada en terracota.
Auguste Rodin. Ugolino. En las Puertas del Infierno. Entre 1882 y 1906
Antes que Rodin, otros artistas
plásticos abordaron el tema del encierro del Conde Ugolino; del siglo XIX se
conocen varios trabajos sobre este tema. Johann Heinrich
Füssli, pintor suizo (se le señala como simbolista, neoclásico y
prerromántico), pintó en 1806 Ugolino y sus hijos muriendo de hambre en la Torre, donde se presenta a Ugolino sentado, sosteniendo en su regazo el
cuerpo de uno de sus hijos, mientras que los otros meditan y sufren el tormento
del hambre. El pintor inglés William Blake, perteneciente al movimiento
simbolista, realizó hacia 1826 la pintura Ugolino y sus hijos en su celda, como
parte de la ilustración que hizo de la obra de Dante; en dicha obra se ve al
conde y a sus hijos exhaustos por el encierro y la falta de alimento,
resignados a su tragedia y custodiados por dos ángeles que flotan sobre ellos.
De este período también se encuentran los dos trabajos gráficos del italiano
Francesco Scaramuzza que datan de 1859 y, por supuesto, los grabados del
francés Gustave Doré quien ilustró la Divina Comedia de Dante, dedicando tres
láminas al tema de Ugolino.
Francesco Scaramuzza. Conte Ugolino. 1859
Sin embargo, la obra que más impactó a Rodin fue la
majestuosa escultura de su compatriota Jean-Baptiste Carpeaux, Ugolino.
Esculpida entre 1857 y 1861, la obra de Carpeaux fue admirada por Rodin durante
su exposición, lo que lo motivó a acercarse a Carpeaux sin éxito. Ambos artistas profesaban admiración y respeto
por las obras de la Grecia clásica y del Renacentista Miguel Ángel: Carpeuax
reconoció la influencia del Laocoonte griego y a la obra del florentino; por su
parte, Rodin, era un admirador ferviente de la escultura de Fidias y de la del
creador del David y el Moisés.
Veinte años después de que Carpeaux diera vida a su
Ugolino, con el encargo de las Puertas del Infierno, Rodin tuvo el pretexto
para recrear la tragedia del conde italiano. Realizó diversos dibujos
preparatorios, buscando inspiración entre los antiguos; entre las ideas preliminares
incluyó el presentar a Ugolino sosteniendo en sus piernas a uno de sus hijos,
como lo hizo Miguel Ángel en la Piedad (imagen que también retomó Füssli).
Johann Heinrich Füssli. Ugolino y sus hijos muriendo de hambre en la Torre. 1806
El dramatismo es un elemento fundamental de las
obras de los dos escultores franceses. Enmarcado en el movimiento realista, el
trabajo de Carpeaux asume una estructura piramidal, teniendo la figura
angustiada de Ugolino como centro de la composición a cuyos lados se agrupan
los cuerpos de sus hijos y nietos, dos jóvenes aferrados al cuerpo del padre comparten
su desesperación, los más jóvenes sufren los estragos de la inanición, uno de
ellos desfallece acurrucado al cuerpo del conde. El conde Ugolino es impotente
ante la situación que vive, se muerde las dedos como si quisiera que su cuerpo
fuese su alimento y no el de sus hijos, como lo desean sus carcelarios y lo
imploran de alguna manera los jóvenes que desena que su progenitor sobreviva al
tormento, aun a costa de su propia vida. Es el momento previo en el que Ugolino
decidirá su suerte, sabe que sus hijos están muriendo y él tendrá que optar por
morir como ellos o salvarse con la carne de los jóvenes cuerpos. Es notoria la
tensión del cuerpo del padre y la flacidez que presenta sus hijos moribundos.
La naturaleza humana enfrenta el dilema en un mar de pasiones, el
discernimiento es castigado al extremo por el dolor fraterno, pero también por
el dolor material y vulgar que deriva del hambre. Parece que la luz puede
imponerse a las sombras.
Jean-Baptiste Carpeaux, Ugolino. Entre 1857 y 1861
Cuando el escritor, periodista y crítico de arte
Octave Mirbeau vio por primera vez las Puertas del Infierno en el estudio de
Rodin, publicó, el 18 de febrero de 1885 en La
France, un artículo donde describió su impresión sobre esa obra
escultórica. Respecto al grupo escultórico de Ugolino, dijo que no había en la
obra de Rodin nada más aterrador que la escena del padre arrastrándose como
hiena entre los cuerpos inertes de sus hijos; reconoce que Ugolino se ha
inspirado en el poema italiano, pero advierte que no es posible calcular la
imaginación desplegada por el artista para disponer cada cabeza y cada cuerpo a
fin de dotarlos de la expresión y actitud que envuelve la tragedia del grupo
(Elsen, 1985: 123).
El Ugolino de Rodin ha sido modelado en un formato
considerablemente menor que el de la obra de Carpeaux, sin embargo la impresión
que provoca es terrible, más desgarradora que la de la obra de su compatriota.
Los huesos sobresalen debajo de la piel del conde, con la boca abierta parece
babear de hambre como una fiera salvaje que tiene a su merced los cadáveres en descomposición
de sus hijos caídos. Como reflejo del modo en que Rodin trabaja los cuerpos de
sus obras, el proceso de “ensamblado” de torsos, cabezas y extremidades hace
más patética la imagen que nos ofrece de la tragedia del noble italiano caído
en desgracia. Parece que Ugolino ya ha tomado una decisión. Las sombras se
imponen a la luz. La fiera hambrienta se impone a la razón y el amor. Ugolino
se ha despojado de toda dignidad humana.
Referencias:
Alighieri, Dante. 1894. La Divina Comedia. Traducción en verso
ajustada al original con nuevos comentarios. Buenos
Aires: Editor: Jacobo Peuser.
Elsen, Albert Edward. 1985. The Gates of Hell by
Auguste Rodin. Redwood City: Stanford University Press.
García Ponce de León, Paz.
2013. Rodin. Precursor de la
escultura moderna. Madrid: LIBSA Editorial.
Néret,
Gilles. 1994. “Auguste Rodin. Las pasiones humanas en bronce y en mármol”.
Ensayo publicado en el libro Auguste
Rodin. Esculturas y dibujos. Oldenburgo: Benedikt
Taschen Editorial. Pp. 7-13.
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