lunes, 31 de diciembre de 2012

Gian Lorenzo Bernini: Cuando la piedra volvió a la vida


Anima Dannata 1619 (autorretrato)
 
Hermosillo Sonora, 31 de diciembre de 2012.

Uno de los más grandes artistas plásticos en la historia de la humanidad. Nacido en Nápoles el 7 de diciembre de 1598, en su tiempo fue reconocido como el escultor, arquitecto y pintor más destacado de Italia. Es, sin duda, el escultor y arquitecto más importante del Barroco. Los monumentos, plazas, iglesias y palacios que le fueron encargados, lo convirtieron en el gran arquitecto de Roma. Fue precisamente en esta ciudad donde falleció el 28 de noviembre de 1680.


David 1623-1624

El pasado mes de noviembre se cumplieron 332 años de su muerte, y en este mes se celebran 414 de su natalicio. Como recuerdo de este excelso artista, se recogen extractos del escrito que el reconocido historiador británico Simon Schama publicó en el periódico The Guardian (http://www.guardian.co.uk/artanddesign/2006/sep/16/art), con el título “Cuando la piedra volvió a la vida”.

“Antes de Bernini, la preocupación de la escultura había sido la inmortalidad. Cuando los escultores modernos miraron, y aprendieron de la antigüedad, lo que vieron fue la traducción de la humanidad mortal en algo más puro, más frío y más duradero: dioses y héroes. La misión que se propuso Miguel Ángel, como es sabido, fue desentrañar del mármol aquellas formas ideales que él creía yacían atrapadas en su interior. Así que el poder de su heroico David (1504) reside precisamente en su inmovilidad congelada inhumanamente. Miguel Ángel no estaba muy interesado en la presentación de los cuerpos comunes, y menos aún en la imitación de los rostros cotidianos. Su pasión fue aproximar a los hombres con los dioses (…)

Apolo y Daphne 1622-1625

Gian Lorenzo Bernini, por otra parte, se preocupaba mucho de la semejanza, hasta el punto en el que la redefinió como algo más que la apariencia. Verdadera semejanza -la clase que quería plasmar en sus esculturas- fue la animación del carácter, expresado en los movimientos de los cuerpos y rostros. Bernini tomó la colocación -del latín por su condición habitual de "permanente"- fuera de las estatuas. Sus figuras se liberaron de la atracción de gravedad del pedestal para correr, girar, dar vueltas, jadear, gritar, gruñir o arquearse a sí mismos en espasmos de sensaciones intensas. Bernini podría hacer con el mármol cosas que nunca se habían hecho antes. Sus figuras cobran en sí acción frenética. La mayoría de ellas son naturalmente llenas de vitalidad, en ascenso, y su tendencia natural es hacia el aire y la luz (….)

El éxtasis de Santa Teresa 1647-1652


De acuerdo con el escritor contemporáneo Filippo Baldinucci, a Bernini le gustaba jactarse de que en sus manos el mármol podría llegar a ser tan sensible como la cera y tan suave como la masa. El mármol de Bernini, en efecto, parece mutar en otras sustancias: en cuerda fibrosa, acero brillante, mechones de pelo. A través de la comprensión de la forma en que la luz podría golpear una superficie muy pulida, y cómo la profundidad de la incisión con un fino cincelado podría proporcionar sombra, incluso podría hacer que la piel de un personaje pareciera sudar (…)

Cardenal Borghese 1630

Sus contemporáneos se maravillaron de este virtuosismo, y creyeron que los poderes sobrenaturales de Bernini como el Gran Transustanciador eran una señal de que debió haber sido besado por Dios (…)”

El Rapto de Proserpina 1621-1622

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