Hermosillo, Sonora a 30 de marzo de 2021.
Fragmento del capítulo Pandemia, crisis y solidaridad, publicado en el Libro Las ciencias políticas y sociales ante contingencias de amplio impacto. Incógnitas y Propuestas. Roberto Moreno Espinosa, Coordinador. Editorial: Academia Internacional de Ciencias Político-Administrativas y Estudios de Futuro. 2020. ISBN 978-607-98268-4-0. Pp. 96-134.
La pandemia del Coronavirus-19 ha replanteado la vida del ser humano. Se ha infiltrado tanto en sus aspectos considerados trascendentales como en aquellos de menor consideración.
El confinamiento al que se ha visto sometido, ha tenido implicaciones en sus relaciones interpersonales en el ámbito familiar y social. Las relaciones económicas se han sometido a presiones. Las de tipo político se han exacerbado. La degradación de las condiciones de vida y la exclusión social se han profundizado.
Se han incorporado al vocabulario cotidiano nuevos términos y se han recuperado otros para caracterizar lo que está viviendo el mundo. Otros han sido revalorados y han cobrado la relevancia que no tenían.
Así, ralentizar la acción humana se vuelve necesaria al imprimir menor rapidez a los procesos sociales, de tal manera que el término es fundamental para volver más lento el contagio epidémico con el fin de hacer un uso más eficiente de los recursos de salud necesarios para su atención.
De igual forma, la resiliencia ha venido a constituirse en una capacidad fundamental de los individuos y de los grupos sociales para poder enfrentar situaciones adversas como la pandemia; la incertidumbre y compleja problemática asociadas al fenómeno que vive el mundo, reclama que todos estén dispuestos y comprometidos para responder positivamente a tales circunstancias.
Como fenómeno sistémico, global, la pandemia del Coronavirus-19 se ha definido como un hecho social total. De esta manera se recupera el concepto acuñado por Émile Durkheim (2001) referente a los comportamientos o ideas presentes en un grupo social, mediante su conocimiento, valoración, el compartirlos, y su puesta en práctica. El sentido de totalidad hace referencia al conjunto de relaciones sociales involucradas, asumiendo en este caso el nivel global en el que ocurren, siguiendo las reflexiones de Marcel Mauss (2019).
La pandemia trajo consigo una nueva realidad que involucra a toda la humanidad. De esta suerte, se ha constituido una nueva normalidad, la cual demanda nuevos comportamientos, acuerdos sociales y fórmulas para la convivencia social. La nueva normalidad se caracteriza por la incertidumbre y el riesgo, pero también plantea la necesidad del compromiso común, así como la visión y atención integral de los asuntos globales.
La crisis económica sistémica, agravada por los efectos de meses de paralización de actividades, vio emerger la polarización entre gobiernos y el sector empresarial, entre lo que es el interés público y el privado. Las diferencias en la percepción de la crisis sanitaria y la estrategia a seguir durante la pandemia y en la fase de reactivación de la actividad económica hacen necesario un replanteamiento en el comportamiento de los actores políticos y económicos.
Se requiere revalorar el papel del mercado, así como del Estado y el de la sociedad. Por un lado, es importante subrayar la importancia que tienen tanto el crecimiento económico como la justicia social y la inclusión en la convivencia social. Como lo expresó Amartya Sen, (1987), el comportamiento económico debe conciliar los intereses particulares de los individuos y grupos con un comportamiento que tome en consideración la cuestión social, la cooperación y el sentido de identidad.
Después de todo, la economía tiene otros intereses además de la ganancia. Durante la actividad económica, siguiendo a Galtung (1998), la presencia de externalidades e internalidades, positivas y negativas a distintos niveles, definen la necesidad de la interconexión entre sectores económicos y de los agentes económicos. Además, se tiene que considerar que el crecimiento económico debe ir de la mano con el desarrollo del ser humano.
Por otra parte, resulta conveniente reflexionar sobre la experiencia de la Unión Europea en el impulso de una verdadera gobernanza democrática, cuya aplicación práctica “…sugiere que los problemas se resuelven de modo colectivo en una estructura donde la autoridad política está fragmentada o diluida. [Lo que requiere de una] gobernanza a varios niveles (multi-level governance). La idea central de dicho enfoque es que la profundización del proceso integrador lleva a una situación en donde la autoridad y el desarrollo de las políticas públicas son compartidos entre numerosos niveles de gobierno.” (Bosoni, Galati y Madrid, 2009: 171)
Esta orientación brinda la oportunidad de replantear la coordinación intergubernamental, la relación entre gobierno, sector privado y grupos sociales, así como la manera en que es necesario que operen los gobiernos: mediante el diseño, implementación y evaluación de políticas públicas, caracterizadas por la racionalidad y un verdadero sentido público; la puesta en práctica de una eficiente, eficaz y efectiva gestión pública comprometida con la responsabilidad de las instancias de gobierno, el impulso de la vida democrática, el respeto al Estado de Derecho, y el compromiso con la sociedad; así como el impulso de la gestión social mediante el desarrollo de programas sociales, públicos y privados, que atiendan, de la forma más conveniente, los problemas que aquejan al desarrollo y bienestar de la sociedad.
El mundo está ante la oportunidad de avanzar hacia una globalización más democrática, cooperativa y solidaria. La interdependencia que de manera natural surge en un mundo globalizado debe encontrar un sentido común, al que todos apuesten para su concreción. Recordando las palabras de Luis Villoro, es imprescindible asumir que “La voluntad ética no se cumple con sólo elegir los valores objetivos, requiere su realización en bienes sociales concretos.” (Villoro, 1998: 243). El desarrollo humano se torna así en un derecho de todos al bienestar económico y social, a la justicia y equidad, a la convivencia en paz y con respeto, y en armonía con el entorno ambiental.
Referencias:
Bosoni, Adriano, Graziana Galati y Matilde Madrid Ciafardini.
(2009). “Cooperación internacional y multi-level governance en el marco de la
Unión Europea”. En Ana María Chiani y Juan B. Scartascini del Río (Coord.). La cooperación internacional: herramienta
clave para el desarrollo de nuestra región. Buenos Aires: Asociación Civil.
Estudios Populares y Konrad-Adenauer-Stiftung. Pp. 169-200.
Durkheim, Emile. (2001). Las
reglas del método sociológico. México: Fondo de Cultura Económica.
Galtung, Johan. (1998). “El desarrollo como programa de la
democracia.” En Eduardo Bustelo y Alberto Minujin (Editores). Todos entran. Propuesta para sociedades
incluyentes. Santafé de Bogotá: editorial Santillana y UNICEF. Pp. 207-235.
Mauss, Marcel. (2019). Ensayo
sobre el don. Forma y función del intercambio en las sociedades arcaicas.
Buenos Aires: Katz Editores.
Sen, Amartya. (1987). Sobre
ética y economía. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y
Alianza Editorial.
Villoro, Luis. (1998). El
poder y el valor. Fundamentos de una ética política. México: El Colegio
Nacional y Fondo de Cultura Económica.