sábado, 7 de enero de 2017

La búsqueda del conocimiento y el desarrollo de la libertad en Karl Popper


 
Hermosillo, Sonora a 7 de Enero de 2017.

Proemio

Este trabajo tiene el propósito de revisar los rasgos fundamentales en la propuesta filosófica y el compromiso con el desarrollo social del filósofo vienés Karl Popper. La amplia y valiosa aportación de Popper a la cultura contemporánea brinda la posibilidad de reflexionar sobre temas y problemas de índole diversa en los campos de la política, el arte, la historia de la filosofía y la filosofía misma.

Reconocido por su fuerte crítica a las filosofías basadas en el historicismo, el determinismo y los totalitarismos, su propia filosofía política refleja la manera en que entiende y comprende a la realidad, rechazando las soluciones finales y sustentando su forma de ver a la sociedad y a la naturaleza en términos de lo que llamó la “ingeniería social gradual”, susceptible de ser analizada a través de un “método crítico”: “La  ciencia, el conocimiento científico (apunta Popper), es siempre hipotético: es conocimiento por conjetura. Y el método de la ciencia es el método crítico: el método de la búsqueda y eliminación de errores al servicio de la verdad.” (El conocimiento y la configuración de la realidad, 1989)

Reconocido mundialmente por su obra La sociedad abierta y sus enemigos (1945), en donde se pronuncia en contra de los autoritarismos y en favor de una cultura librepensadora y de una sociedad y política consecuente con la democracia liberal. Esta propuesta en el campo de la política no se sustrae a su postura como científico, pues en ella se reflejan sus ideas y la forma en que concibe al conocimiento y la manera de buscarlo, esto es así, ya que, como señala J. G. Merquior (Liberalismo viejo y nuevo, 1991), Popper es “sobre todo un epistemólogo, un teórico de la ciencia y de la evolución, tanto natural como humana.”


El fundamento en la razón

Popper se reconoce como un entusiasta de la filosofía de los clásicos griegos, particularmente de las ideas de Sócrates y Jenófanes, de quienes resalta su concepción y actitud en cuanto al conocimiento, al reconocer la falibilidad del conocimiento humano, su relatividad y la posibilidad de llegar a equívocos y necesarios reencauzamientos racionales en el camino a la verdad. (Sobre el conocimiento y la ignorancia, 1979)

Sócrates
 
En este sentido, todo progreso en la búsqueda de la verdad, de acuerdo con Popper, puede resumirse en dos tesis derivadas de los escritos de Jenófanes: primero, la no-existencia del criterio de verdad, pues aunque se alcance la verdad, nunca se tendrá la certeza de ello; la segunda tesis plantea que lo que sí existe es un criterio racional de progreso en la búsqueda de la verdad, y por tanto un criterio de progreso científico. (Ibíd.) La ciencia, por lo tanto, se asume como una actividad crítica, soportada en la racionalidad y cuyo interés es siempre la búsqueda de la verdad - en aproximaciones sucesivas -.

Jenófanes
 
La razón sustenta a Popper en todo desarrollo científico. Las luces de la Ilustración también alimentan su propuesta filosófica: aunque señala limitantes en el pensamiento de Immanuel Kant, reconoce al filósofo alemán como el primero en comprender la forma de creación del conocimiento por el intelecto humano, cuando éste reflexiona en su “Crítica de la razón pura” sobre las exactas predicciones de la teoría de Newton. Este conocimiento científico no es resultado del método experimental o inductivo, es producto del intelecto de Newton, que lleva implicado que la experiencia del hombre sea “producto del procesamiento activo y la interpretación de los datos de los sentidos por nuestro aparato cognitivo, especialmente por nuestro intelecto.” (Ibíd.)

En Kant, Popper reconoce su racionalismo crítico. Pondera el Principio de Autonomía (Immanuel Kant: el filósofo de la Ilustración, 1954) que Kant desarrolla en el ámbito de la ética del conocimiento de la moral: “Este principio manifiesta la convicción de que nunca debemos aceptar el imperativo de una autoridad, por elevada que sea, como base de la ética. Pues cuando nos enfrentamos al imperativo de una autoridad, siempre nos compete a nosotros juzgar, críticamente, si es no moralmente permisible obedecer.” (Acerca de las llamadas fuentes del conocimiento, 1979) Aunque este principio no tiene correspondencia en la filosofía de la ciencia de Kant, pues limita su actitud racionalista crítica al reconocer la autoridad de Newton en el campo de la cosmología y la veracidad de su teoría, Popper destaca la aceptación de la ética Kantiana a la posibilidad de crítica y de que se puede incurrir en el error, como sustentos de la razón: de que no existen fuentes últimas del conocimiento y de que la refutación abre camino al conocimiento de verdades.

El conocimiento es, por lo tanto, un conocimiento hipotético, por conjeturas contrastadas con la realidad. Por ello, Popper concluye que no tiene sentido buscar la certeza, mas sí la verdad - a través de la búsqueda constante y la eliminación de los errores -. Al igual que Kant, quien asume que la verdad es la correspondencia del conocimiento con su objeto, Popper dice algo parecido: “una teoría o enunciado es verdadero si lo que dice corresponde a la realidad” (El conocimiento y la configuración de la realidad, 1989), y agrega tres observaciones:
1.     Todo enunciado formulado sin ambigüedad es verdadero o falso; y si es falso, su negación es verdadera.
2.     Por ello existen tantos enunciados verdaderos como falsos.
3.     Cada enunciado no ambiguo semejante (incluso si no sabemos que es verdadero) o es verdadero o tiene una negación verdadera. De esto también se sigue que es erróneo identificar la verdad con una verdad definida o cierta. Hay que distinguir tajantemente entre verdad y certeza. (Ibíd.)

Immanuel Kant. Busto de Johann Gottfried Schadow
 
 
El acercamiento a la realidad

La realidad se conoce poco, el conocimiento sobre ella no puede ser total, no puede ser absoluto. Los temas que se pueden desprender de la realidad son inagotables, pues su naturaleza cambiante y vasta no permite el conocimiento pleno y cierto; el acercamiento a la realidad, si se quiere conocerla con verdad, implica por principio la asunción de una actitud crítica y racional, confiando en el progreso de la búsqueda de la verdad entre conjeturas, percepción de errores, retroalimentación con base a ellos y objetivación de postulados que, a su vez, habrán de ser pauta para nuevas conjeturas. La ciencia, por lo tanto, consiste en la búsqueda de la verdad, de acercamiento constante a través del proceso en el que sometemos a crítica nuestras propias hipótesis, descubrimos nuestros errores y procuramos su eliminación.

Desde el punto de vista intelectual, la realidad puede ser analizada en sus diversas manifestaciones; para ello es útil la misma construcción de marcos conceptuales mediante los cuales pueda ser sistematizado dicho esfuerzo. Popper propone una configuración de la realidad en la que diferentes mecanismos interactúan en un proceso constante de retroalimentación entre las diferentes expresiones de la realidad, y en donde se actúa utilizando el método de ensayo y error. La realidad se configura por la interacción de tres mundos:
“Denomino mundo 1 (dice Popper) al mundo de las cosas materiales, el mundo descrito por la física y la astronomía, por la química y la biología. Denomino mundo 2 al mundo de nuestras experiencias subjetivas personales, de nuestras esperanzas y metas, de nuestros goces y nuestros pesares, y de nuestras alegrías, de nuestros procesos de pensamiento en sentido subjetivo; el mundo que intenta describir y explicar la psicología. Y denomino mundo 3 al mundo de los productos de la mente humana, los productos de nuestra acción mental y, sobre todo, al mundo de nuestro lenguaje específicamente humano, de nuestros contenidos intelectuales objetivos, tanto hablados como escritos; y también al mundo de la tecnología y del arte. Con esta distinción entre tres mundos no he introducido más que una terminología.” (Los libros y las ideas, 1982)


La labor del científico y el compromiso social

Es interesante el agudo análisis que Popper realiza sobre el método de Karl Marx. Si bien desarrolla una aguda crítica al historicismo marxista y refuta varias de sus profecías no verificadas por la realidad, Popper reconoce que Marx desarrolló una propuesta verdaderamente humanista a través de su pensamiento y acción. Dice, se trata de una tentativa honesta de aplicar los métodos racionales a los problemas más urgentes de la sociedad. (La sociedad abierta y sus enemigos, 1945, Cap. 13)

Ejemplifica con él el papel del verdadero científico social, el que basa su trabajo en la prueba y el error, sustento del progreso científico. Reconoce que si bien Marx probó y erró en sus principales conceptos, tal prueba no fue en vano, pues ello sirvió para “abrir los ojos y aguzar la vista de muchas maneras”.

Marx el científico se caracterizó, según Popper, por su sinceridad, su amplitud de criterio, su sentido de los hechos, su desconfianza de las meras palabras y de la verbosidad moralizante. Y lo más importante, tal vez, Marx movido por el deseo de ayudar a los oprimidos, orientó sus esfuerzos a contrastar sus ideas no sólo contra otras conjeturas, sino ante los hechos: su método científico, utilizado en la práctica, debería de ser un medio apropiado para fomentar el progreso de la humanidad; con ello, su labor no se abocaba solamente a “interpretar el mundo de diversas maneras, sino que también procuraba cambiarlo” (la número once de las Tesis sobre Feuerbach).
 
Marx. Fragmento de la Cabeza Monumental por Lev Kerbel
 


El conocimiento y la conducción del gobierno

Popper se remite a uno de los principios fundamentales de Sócrates (quien en su opinión es uno de los grandes filósofos de todos los tiempos), el intelectualismo moral, definido como la identificación de la bondad con la sabiduría, que advierte que nadie actúa contra lo que le dicta su conocimiento y que es la falta de conocimiento la causa de todos los errores morales. Con esto, también plantea que las virtudes morales pueden ser enseñadas y que ellas no presuponen ninguna facultad moral específica, aparte de la inteligencia humana universal.

Reconoce que Sócrates fue capaz de criticar, pero a la vez de asumir la autocrítica, esto lo llevó en la práctica a asumir una justicia igualitaria e individualista: de esa manera, advierte, para Sócrates el gobierno podrá ser asumido no necesariamente por el más sabio, pues la naturaleza de la sabiduría consistía, según el  filósofo griego, en la comprensión de lo poco que sabe cada uno, y quienes no saben esto no saben nada en absoluto: como filósofo que reconocía la igualdad y la esencia del individuo, sabía que todos los individuos pueden aprender, y por lo tanto mejorar sus formas de actuación ante sus semejantes.

Dado que no es nada fácil aprender, este proceso requiere de una buena dosis de libertad. Destaca Popper que la filosofía de Sócrates se sustenta en una buena dosis de antiautoritarismo, pues el aprendizaje dogmático, si bien puede ocurrir, no genera los mismos frutos que aquel que se basa en un método en el que se saca a luz lo que los discípulos llevan dentro de sí, enseñándolos de liberarse de prejuicios y a dominar el ejercicio de la autocrítica, con la convicción de que la verdad no se alcanza fácilmente. Hay que enseñarles a tomar decisiones y confiar, con sentido crítico en sus propios juicios y conocimientos. (Ibíd., Cap. 7)
 
Sócrates

 
 La ingeniería social y el cambio gradual

Contrario a Platón, quien según Popper desarrolló lo que puede llamarse una ingeniería utópica como programa político, el cual describe que todo acto racional debe obedecer a cierto propósito, es decir su racionalidad ocurre en cuanto se persigue un objetivo consciente y que consecuentemente determina los medios de acuerdo con ese fin, el filósofo vienés opone su ingeniería social parcial o gradual: supone que un individuo, en su ejemplo el político, puede o no definir un objetivo a alcanzar, pero de lo que sí deberá estar consciente es que tal fin, la perfección o la felicidad, es algo remoto, y que cada generación de la humanidad tienen un derecho a la búsqueda de ese fin: en lugar de encaminar los esfuerzos para alcanzar el bien final, habría que desarrollar un método para buscar y combatir los males que aquejan a la sociedad.

En este sentido, agrega Popper, vale la pena establecer las condiciones en que la sociedad pueda enfrentar sus problemas y satisfacer sus necesidades; las instituciones proveen tales condiciones, pues a través de ellas se definen transacciones entre los miembros de la sociedad para la búsqueda de un  mundo mejor. (Ibíd., Cap. 9)

La gran empresa del utopista de conseguir el objetivo último deriva en absolutos y en totalitarismos; la labor del ingeniero social es la de planificar racionalmente el desarrollo de la sociedad, con base en el conocimiento y en la experiencia, sustituyendo la gran escala por los experimentos sociales parciales, a través del cambio gradual:
“no es razonable suponer que una completa reconstrucción de nuestro mundo social haya de llevarnos de inmediato a un sistema practicable. Debemos esperar, más bien, en razón de nuestra falta de experiencia, la comisión de muchos errores que sólo podrán ser eliminados mediante un largo y laborioso proceso de pequeños ajustes; en otras palabras, mediante ese método racional de la ingeniería gradual cuya aplicación venimos definiendo. Pero aquellos a quienes no les agrada este método por no considerarlo lo bastante radical, tendrían en este caso que volver a borrar la sociedad recién construida a fin de comenzar nuevamente sobre un lienzo limpio; y puesto que la nueva tentativa – por iguales razones – no habrá de conducir tampoco a la perfección se verían obligados a repetir interminablemente este proceso sin llegar nunca a ninguna parte.” (Ibíd.)

E incluso, agregamos, a imponerse sobre las voluntades de los miembros de la sociedad para imponer el “modelo feliz” de sociedad que se pretende alcanzar, derivando en autoritarismos que vayan en contra del ejercicio de la libertad del individuo.


A manera de conclusión: la sociedad abierta y la necesaria libertad

Al definir a la sociedad abierta, Popper afirmó que los valores en los que ésta se basa son la libertad, la igualdad, la humanidad y la razonabilidad, y, a la vez, que está a favor de las instituciones. Resalta Enrique Suárez-Iñiguez (De los clásicos políticos, 1993) que la idea de la sociedad abierta “pone énfasis en los individuos y en su afán por liberarse de la tutela de la autoridad absoluta, del hábito, de la tradición y el prejuicio y por sustituirlos por la crítica racional, la libertad y la humanidad.”

La sociedad abierta se asocia a la democracia, forma de vida en la que se establecen las condiciones, mediante las instituciones, de convivir en colectivo, discutir los asuntos públicos racionalmente y llevar a cabo cambios en la misma sociedad sin irrupciones violentas.
 
Popper no entiende a la democracia como algo tan vago, dice, como “el gobierno del pueblo” o “el gobierno de la mayoría”, sino que la asume como “un conjunto de instituciones (entre ellas, especialmente, las elecciones generales, es decir, el derecho del pueblo de arrojar del poder a sus gobernantes) que permitan el control público de los magistrados y su remoción por parte del pueblo, y que le permitan obtener las reformas deseadas sin empleo de la violencia, aun contra la voluntad de los gobernantes.” (La sociedad abierta y sus enemigos, Cap. 19)
 
 
Se considera demócrata no porque la mayoría tenga la razón siempre, sino porque reconoce que las tradiciones, las instituciones, democráticas son las menos malas que conoce el hombre. En la democracia es posible ejercer la libertad de pensamiento y de discusión; a su vez, estas representan valores que en la práctica son importantes en la búsqueda de la verdad, si consideramos que en esta labor se exige, al menos, imaginación, ensayo y error, y el descubrimiento gradual de nuestros prejuicios mediante la imaginación, la prueba y el error, y la discusión crítica. Y agrega, “El liberal no sueña con un perfecto acuerdo en las opiniones; sólo desea la mutua fertilización de las opiniones y el consiguiente desarrollo de las ideas. Aun cuando resolvamos un problema con universal satisfacción, al resolverlo creamos muchos nuevos problemas acerca de los cuales es probable que discrepemos. Y esto no es de lamentarse.” (La opinión pública y los principios liberales, 1954)
 
En la búsqueda del conocimiento y en el proceso de humanización, el camino a seguir lo finca en la preservación de la sociedad abierta. Advierte que si queremos seguir siendo humanos, entonces sólo habrá un camino, el de la sociedad abierta: el hombre debe proseguir hacia lo desconocido, lo incierto y lo inestable sirviéndose de la razón de que pueda disponer, para procurar la seguridad y libertad a que aspira.

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